2 de abril de 2020

'Mamifit', un grupo de madres de Cumbres School Valencia: “Esta cuaresma es un pedazo de oportunidad para mi matrimonio y mis hijos”

Mercedes y su familia, ella es la 'coach' de Mamifit
Mamifit es un ejemplo de cómo pueden evolucionar las relaciones humanas. Inicialmente fue un grupo de madres de Cumbres School Valencia, algunas de las cuales son del Regnum Christi, lideradas por una de ellas, Mercedes, que es la “coach” oficial a la hora de unirse todas y hacer deporte y fomentar los hábitos saludables en familia. Todas ellas se coordinaban por WhatsApp, pero la nueva situación ha provocado la readaptación del grupo: ahora el chat ha pasado a ser un medio en donde hacer comunidad: “Eso que otros llaman ‘sororidad’, en nuestro caso es más bien hacer familia”, explica Inelén una de estas mamás del grupo. “Hacemos familia entre nosotras y familia de familias. Nos animamos unas a otras, compartimos ideas, reflexiones, recursos, meditaciones, inspiración, actividades con los niños... más que nunca en este confinamiento, para vivir mejor este momento con nuestras familias y con Dios”. Algunas de estas madres de familia han querido compartir su experiencia en LomásRC.



María, madre de 4 niños
“Yo estoy feliz de estar en mi casa con mis hijos. ¡Pocas cosas me gustan más! Normalmente me pierdo demasiado con el trabajo. Mis peques están haciendo mucha piña y hacemos cosas en familia que nunca habíamos hecho. Ayer hicimos 13 años de casados y el Padre Ramón (capellán de Cumbres School) nos hizo una Eucaristía en streaming. ¡Fue muy emotivo! Los peques pudieron hacer peticiones y leer lecturas, ¡qué suerte tenemos, de verdad!”.

El altar que ha instalado en su casa una de
estas familias durante esta cuarentena

Patricia, madre de 5 niños
“En este confinamiento cada uno tiene una cruz nueva. El que está viviéndolo sólo porque está más solo que nunca; el que lo está viviendo acompañado, porque está más acompañado que nunca. Sin hablar de los enfermos y los que han perdido a un ser querido, donde la cruz es de las gordas. En cuaresma se nos pide intensificar la oración, el ayuno y la limosna. ¡No hemos tenido nunca una oportunidad como esta para ponerlo en práctica! Y eso tiene un porqué. Es para poder prepararnos para vivir la Semana Santa unidos a Cristo, y que cuando llegue que nuestros sentimientos sean los más parecidos posible a los de Cristo.

Aunque me quejo, en mi casa estamos rezando más (los niños a veces por aburrimiento o porque es por la tele y les atrae) y notamos que nos estamos haciendo más misericordiosos (más pendientes de los que sufren a nuestro alrededor). La penitencia viene dada: no se sale a comprar ropa, a tomar aperitivos, a ver a los amigos... Pero la penitencia hace que uno se conozca más a sí mismo, se hace palpable y vergonzante la debilidad. Pero eso, poco a poco, nos lleva a buscar la ayuda de Dios y a darnos cuenta de que sin Él nada somos... He visto nítido que está cuaresma está siendo una pedazo oportunidad”.


María, madre de 3 niños muy pequeños y otro en camino
“Yo decidí cambiar el chip y me he tomado esta cuarentena para disfrutar de mis hijos que luego, cuando volvamos a la rutina, me pierdo muchas cosas. Y la verdad que estoy encantada, con mil cosas pendientes por hacer, pero aprovecho cuando duermen y poco a poco. Y lo que no aprendan este año, pues el que viene. Yo en condiciones normales querría tener todo súper controlado y estaría muy agobiada, pero mi hijo Andrés nos dio una lección tremenda, porque nos dijo que estaba encantado con el confinamiento, pues estábamos todos juntos y con eso él es feliz... aunque llueva y no pueda salir a jugar o lo que sea.. y me dije a mí misma: ‘Vale, María. ¡Cambia el chip!”.

En una de estas familias, todos llegaron
a unos acuerdos y los
pusieron por escrito en la pizarra:
reír más, hablar con cariño, más paciencia…


Inelén, madre de 4 niños y otro en camino
“En nuestra casa hemos pasado por diversas fases: comenzamos con la ‘semana fallera’ en la que ambos teníamos vacaciones y nos dedicamos a reestructurar rutinas, involucrarnos todos en las tareas del hogar, pasar tiempo con los niños y hacer todo tipo de actividades con ellos. Los mayores hicieron de monitores de los pequeños, lo cual les ayudó a fortalecer vínculos. Asistimos a la misa a diario a través de las redes sociales o televisión, rezamos el rosario en familia juntos e nos hicimos un altar en casa para ello.

Estas últimas dos semanas han supuesto sin embargo una prueba muy grande al comenzar ambos a trabajar desde casa y los niños su homeschooling. Los primeros días nos abatía la frustración de ver que no llegábamos a todo, que no podíamos compaginar el ritmo del trabajo sin desatender a nuestros hijos o al revés, que no llegábamos a llevar la casa al día y no teníamos casi tiempo ni para rezar. Cada uno busca sus momentos para ello, de forma que sólo hemos podido mantener el rosario en familia.

Tras una semana de agobio, tensiones y mucha intensidad, hemos decidido bajar nuestra expectativa, intentar priorizar lo que verdaderamente es importante en cada momento, discerniendo bien con ayuda de sacerdotes y personas que nos acompañan, que nos ayudan a ver la mano de Dios en nuestras pequeñas batallas.

El apoyo de nuestra familia espiritual y de otras familias es fundamental. Uno se da más cuenta que nunca en esta situación que no puede caminar solo, de que sin Dios no somos nada y salen nuestras peores miserias. Intentamos ofrecer todos los esfuerzos y sacrificios diarios, quejarnos menos, mirarnos más, agradecer mucho, pues somos conscientes de que dentro de todo somos unos privilegiados, rezar más por los demás... Vivir esto como una oportunidad”.


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