16 de junio de 2015

Entrevista | H. Julio Muñoz: "Los legionarios son gente que de verdad ama a Jesús y quiere servir y dar testimonio"

"No creo en la Legión como una entidad abstracta. Creo en muchos compañeros concretos, ilusionados por evangelizar como Legionarios de Cristo. Gente que de verdad ama a Jesús y quiere servir y dar testimonio. Al final, nos hemos sostenido y nos sostenemos unos a otros". Es el H. Julio Muñoz el que habla, y quien será ordenado diácono este sábado, 20 de junio. Tiene 31 años, de los cuales 14 los ha pasado formándose para ser sacerdote. El obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández, le ordenará diácono en el convento carmelita de san Calixto. Pero antes de su ordenación, el H. Julio ha dedicado un tiempo a LomásRC para responder a algunas preguntas que le hemos hecho.

El H. Julio y el H. Alberto Puértolas son los dos legionarios españoles que se ordenan diáconos este año.




¿Qué le llamó la atención de los legionarios?
Cuando visité la comunidad de Roma a los diecisiete años para convivir unos días de vacaciones con mi hermano Jacobo, también legionario de Cristo, me impresionó mucho el ambiente de alegría de aquellos hombres que para mí eran súper mayores. Los veía jugando a los piratas en el agua y poco después revistiéndose para celebrar misa con muchísima solemnidad. Me gustó mucho esa mezcla de lo natural y lo espiritual.



Cuando Usted participaba en la sección de “Los de Roma”, en LomásRC, nos contó que yendo de camino a Madrid paró en el convento de carmelitas de San Calixto y allí vio que Dios le llamaba. ¿Qué recuerda de aquel momento?
Sentía desde hacía tiempo que el Señor me quería para El. Lo que pasó en aquél momento fue que, con la gracia de Dios, dije “sí, acepto”. A nivel de sentimientos, sentí paz, me sentí libre, como más ligero. A nivel de entendimiento comprendí que en aquél instante todo había cambiado. Todo. Aquél día salvé mi alma.

¿Por esta experiencia en este lugar se quiere ordenar en Córdoba?
Sí, pero esa experiencia era parte de toda una historia. Mis abuelos restauraron esa Iglesia en los años cuarenta y construyeron el Carmelo adjunto en los años cincuenta. Ese lugar es nuestra casa. Recibí en esa Iglesia todos los sacramentos: bautismo, primera confesión y comunión, confirmación, y ahora también, el orden. Y también para agradecer a las Madres Carmelitas lo que han rezado por mí. Es una manera de darles las gracias y agradezco al Sr. Obispo de Córdoba y a mis superiores legionarios que lo hayan hecho posible.

Hermano, usted ingreso a los pocos días en el noviciado. Fue visto y no visto. ¿Qué recuerda de aquella época: sus padres, su novia, dejar los estudios…?
Una locura. Aquél último mes de agosto, de vacaciones en el Puerto de Santa María (Cádiz) me lo pasé fenomenal, pero desde el punto de vista espiritual fui muy irresponsable y mi padre estaba preocupado. La perspectiva de entrar al seminario no contaba, aunque no dejaba de estar presente.

El 15 de agosto empecé a salir con una chica y el 10 de septiembre empezaba el primer año de universidad en Madrid. Pero en el fondo sabía que el Señor me llamaba. De camino, entre Cádiz a Madrid, sucedió el episodio en la iglesia de San Calixto, pero llegando a Madrid, todo seguía igual en lo externo.

Aquí me permito una anécdota simpática… Una noche, a inicios de septiembre de 2001, hacia las 4 de la mañana, en un bar de copas convencí al dueño del local para que parase la música unos momentos, se me ocurrió subirme a la barra, pedir el micrófono y decirles a mi novia y a mis amigos: “¡Me voy de cura!” El ocho de septiembre llegué a Salamanca para quedarme.

A lo largo de estos años seguramente habrá vivido momentos difíciles y otros maravillosos. Cuéntenos algo de ellos.
Los más hermosos fueron mis primeros años en Roma estudiando filosofía, pues coincidió con el último año de pontificado de Juan Pablo II y la elección de Benedicto XVI.

Los años más duros fueron entre 2010 y 2014. Volviendo de prácticas al Centro de Estudios Superiores, pues me encontré (como todos), con una situación muy compleja y para mí inesperada. En una comunidad tan grande y tan heterogénea (sacerdotes mayores, sacerdotes jóvenes, hermanos volviendo de prácticas con experiencias muy difíciles, hermanos jóvenes empezando filosofía), con opiniones y mentalidades diversas sobre la situación que estábamos viviendo, empezaron a caer muchas seguridades humanas y esquemas hasta ahora incontestables. Que caigan esos esquemas te da igual, pero que las personas puedan herirse mutuamente es difícil verlo, aunque sea parte de la vida.


A propósito de esto último, ¿sigue creyendo que la legión es una obra de Dios?
No creo en la Legión como una obra o entidad abstracta. Creo en muchos compañeros concretos, ilusionados por evangelizar como Legionarios de Cristo, con una enorme capacidad de iniciativa y de fuerza. Gente que de verdad ama Jesús y quiere servir y dar testimonio. Al final, nos hemos sostenido y nos sostenemos unos a otros. La gran obra de Dios es cada uno, y cada uno construye el todo que, al final, es la Iglesia Madre.

¿En dónde va a ejercer el diaconado? En la sección de “Los de Roma”, Usted dijo que le gustaría que fuera España… 
La verdad es que sí me hubiera gustado. Tal vez en el futuro. Ahora iré a servir como capellán en un colegio de Monterey, y apoyar el acompañamiento espiritual y el apostolado con los jóvenes de la sección en esa misma ciudad.

¿En qué le gustaría ejercer su ministerio sacerdotal: jóvenes, familias, misiones, parroquias…?
Me gustaría trabajar con jóvenes y familias. Hasta ahora sólo he trabajado acompañando a hermanos legionarios más jóvenes en su camino al sacerdocio.


Cuando se ordene diácono, ¿a quién quiere abrazar primero?
A mis padres. Mi padre murió el año pasado, el 20 de junio (providencialmente, fecha de la ordenación diaconal). El primer abrazo será para mi madre. No sólo nos traen al mundo. Sólo Dios sabe lo que el amor que nos tienen les lleva a sufrir por nosotros.

¿Qué es lo que espera de ese día?
Alegría, paz y gozo en el Espíritu Santo. Es lo que el Señor nos ha prometido a todos y lo que más quiere darnos, si le dejamos.

¿Cómo se ve la ordenación sacerdotal, como el final o como el principio?
Como el principio. Aquél día mi vida empieza de nuevo. Es un misterio, realmente. Es el principio de algo maravilloso.

Y si mira hacia adelante... ¿No le da vértigo?
Me da un poco de miedo, sobre todo cuando a pesar de tantos años de formación te ves tan pobre, tan débil en tantos aspectos. Pero al fin y al cabo, como dice Santa Teresita del Niño Jesús, “la perfección consiste en hacer su voluntad, en ser lo que él quiere que seamos”. Aquí está toda la verdad y toda la vida. ¡Bendito seas Señor!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por darnos tu opinión