8 de noviembre de 2018

Contacto Directo


Por: Gonzalo Ruiz-Gálvez, padre de familia


El pasado 15 de septiembre de 2018, tuve oportunidad de participar en la fiesta que el “Regnum Christi” organizó en el Noviciado de Salamanca. El motivo:  celebrar la respuesta a la llamada de Dios.

Pero aquello fue mucho más que una fiesta. Fue un momento de convivencia de más de 300 personas unidas en torno a la alegría de unos novicios que se mostraban exultantes ante la llamada de Dios, y ante los nuevos retos que se les planteaban su nueva etapa formativa. Fue ante todo un ejemplo de vocación cristiana en un número de jóvenes, que a la vista de la enorme alegría que profesaban, se me antoja reducido. Y es que hoy en día resulta una dolorosa realidad la falta de vocaciones, siendo una realidad (tal y como se nos expuso en una de las intervenciones que tuvimos ocasión de atender), que todos nosotros,  en tanto miembros  activos de la Iglesia, debemos poner cuanto esté en nuestra mano para enderezar dicha situación. 



Y me pregunto, Qué problema le vemos a que un ser querido (i) consiga vivir su vida con la enorme alegría de saberse cerca de Dios, (ii) que quiera de querer dedicar su vida al prójimo, (iii) de custodiar y a hacer valer los valores cristianos que sobre cualesquiera otros nos dignifican como personas, (iv) de administrar bienes en beneficio del prójimo, y muchas otras cosas que difícilmente cabe resumir. 

Más aun, cuántas veces los cristianos invocamos a Dios, anhelamos su consejo, le veneramos, le buscamos. Pues bien, siendo esto una realidad, no es menos cierto que el vínculo más cercano con Dios es el sacerdote, al que recordemos se le ha conferido la función de enseñar, santificar y gobernar en el propio nombre de Dios. 




En otras palabras son nuestro CONTACTO MAS DIRECTO.

Así las cosas, el pasado sábado puedo decir que disfruté:

- Disfruté sabiendo de la existencia de nuevas vocaciones atraídas por la tarea de seguir a Cristo.
- Disfruté a la vez que sentí envidia cuando los novicios trasmitían la presencia de Dios en su vida.
- Disfruté con la contagiosa alegría de las familias de los novicios.
- Disfruté en compañía de amigos que se sienten orgullosos por tener a Dios presente en sus vidas, ya sea en su cara más íntima como en su cara más externa. 
- Disfruté con la ayuda de un sacerdote que me ayudó en un reiterado intento de reconciliarme conmigo mismo.

Y todo gracias a la gran Familia que es la Iglesia, en este caso los miembros del Regnum Christi.

A todos ellos GRACIAS SINCERAS.

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