Martina, de la sección de adultos Regnum Christi de Sevilla, ha contado a LomásRC cómo se vive actualmente esta amistad.
“Hace unos años llegó a nuestros oídos –explica Martina- que había algunos conventos que estaban pasando necesidad, ya que al ser sus edificios muy antiguos, con la aportación de la diócesis y lo que generaban con la venta de dulces, no les llegaba para arreglarlos y mantener a las religiosas que en ellos vivían”.
Fue entonces cuando un grupo de señoras se reunieron y tomaron la determinación de ayudar cada una a un convento y buscar más personas que las ayudaran. “Una de ellas, que pertenece a nuestro equipo de RC –explica Martina-, me lo propuso a mí, y desde hace cuatro años, con la aportación económica del grupo que se creó, voy con ella a comprarles la comida del mes”. De esta manera la asignación de la diócesis la pueden destinar a las necesidades del convento y no a las suyas personales.
Un convento del siglo XIII
En el convento de San Leandro viven 18 religiosas. La madre superiora y otra hermana son españolas; el resto, de Tanzania y Kenia pues allí tienen convento, y son tierras donde actualmente surgen muchas vocaciones. Hace un mes hubo una profesión de votos perpetuos de tres de ellas y a principio de año profesarán otras dos después de 7 años de preparación y discernimiento. El convento de san Leandro, aunque ha tenido varias sedes, posee una larga historia que comenzó en 1295 y posee un rico patrimonio artístico.
Un convento del siglo XIII
En el convento de San Leandro viven 18 religiosas. La madre superiora y otra hermana son españolas; el resto, de Tanzania y Kenia pues allí tienen convento, y son tierras donde actualmente surgen muchas vocaciones. Hace un mes hubo una profesión de votos perpetuos de tres de ellas y a principio de año profesarán otras dos después de 7 años de preparación y discernimiento. El convento de san Leandro, aunque ha tenido varias sedes, posee una larga historia que comenzó en 1295 y posee un rico patrimonio artístico.
Las Agustinas son monjas de clausura y su carisma es vivir en comunidad con una sola alma y un solo corazón hacia Dios. Su vida diaria transcurre entre la oración, el trabajo, labores de bordado y la elaboración de dulces: entre otros, las famosas yemas de San Leandro.
Martina nos comenta que tiene "la suerte de ir una vez al mes con Paloma a visitarlas. Entrar en el convento es como pisar un trocito de cielo, se respira paz y amor de Dios. Todas andan alegres en sus labores y esa alegría se desborda cuando suena la campana para la llamada al coro, a la oración... La luz que tienen en su mirada y con qué amor hablan de su experiencia de Dios... ves cómo, viviendo en pobreza, poseen la mayor riqueza: Dios en su corazón”.
Para concluir, Martina hace una llamamiento al resto de los miembros del movimiento: “Sería bueno que todos pudiéramos acercarnos a los conventos de nuestra localidad a interesarnos por las condiciones en que se encuentran: y no sólo económicas. Nosotras somos para ellas parte de su familia, personas con las que hablan y por quienes se sienten queridas”.
Martina nos comenta que tiene "la suerte de ir una vez al mes con Paloma a visitarlas. Entrar en el convento es como pisar un trocito de cielo, se respira paz y amor de Dios. Todas andan alegres en sus labores y esa alegría se desborda cuando suena la campana para la llamada al coro, a la oración... La luz que tienen en su mirada y con qué amor hablan de su experiencia de Dios... ves cómo, viviendo en pobreza, poseen la mayor riqueza: Dios en su corazón”.
Para concluir, Martina hace una llamamiento al resto de los miembros del movimiento: “Sería bueno que todos pudiéramos acercarnos a los conventos de nuestra localidad a interesarnos por las condiciones en que se encuentran: y no sólo económicas. Nosotras somos para ellas parte de su familia, personas con las que hablan y por quienes se sienten queridas”.
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