24 de febrero de 2016

P. Hernández Nuño, L.C.: “Las vocaciones surgen cuando se irradia una visión positiva del sacerdocio y la vida consagrada, y de acompañar a cada uno a su plenitud vocacional”.

El P. Francisco Hernández Nuño, L.C., lo tiene claro: “Es un privilegio tener una vocación sacerdotal o consagrada en la familia”. Lo sabe por propia experiencia, ya que él ingresó en la apostólica -seminario menor- de la Legión de Cristo y tiene dos hermanas consagradas en el Movimiento Regnum Christi. LomásRC lo ha entrevistado y nos ha explicado cómo en Sevilla están promoviendo la búsqueda de la plenitud vocacional: primero como cristianos, después a la vocación específica que Dios llame a cada uno: al matrimonio, al sacerdocio o a la vida consagrada.

El P. Francisco es de un pueblo de Jalisco, México; su relación con España ha sido muy estrecha: 4 años formándose en Salamanca, 4 años de prácticas apostólicas en el ECyD de Madrid, y actualmente ya lleva 4 años como capellán en Highlands School Sevilla.



Cuando el P. Francisco llegó a Sevilla descubrió que en general se tenía una visión negativa de la vocación sacerdotal; o al menos él así lo experimentó: “Casi era una desgracia que un hijo sintiera esa llamada”, recuerda. De hecho, cuenta “que las primeras veces que invitó a conocer la Apostólica a algunos chicos, los padres de familia se asustaban. Hablar de una posible vocación sacerdotal entre los hijos no era un tema cómodo”, afirma.

La belleza de la vocación

A su parecer, esa visión no era correcta, así que se reunió a un grupo de familias que percibieran la importancia y belleza de la vocación sacerdotal y la vida consagrada para que ayudaran a irradiar la experiencia positiva de esta llamada de Dios. Lo primero que les dijo fue: “No busco que vuestros hijos entren en el seminario. Eso está por encima de nosotros. La vocación la da Dios cuando quiere, a quien quiere y como quiere”. Todo clarísimo.

“Hay que ayudar a que cada uno alcance su plenitud vocacional –continúa-, pero como lo normal es que el matrimonio sea la vocación de todo el mundo, el chico o la chica que sienta la llamada al sacerdocio o la vida consagrada se sentirá un bicho raro y los padres de ese chico o chica también. Necesitan de seglares de fe que los acompañen a discernir ese atractivo interior y les descubran su belleza. Por eso, nosotros vamos a especializarnos en acompañar estas vocaciones dentro de la Iglesia. No necesariamente debe ser a la vida legionaria o consagrada en el Regnum Christi, sino a donde Dios llame a cada uno. Eso no lo decidimos nosotros”.

Seglares que quiten obstáculos

A estos grupos, el P. Francisco los comenzó a llamar Círculos de Acción Vocacional (CAV):
 “queremos hacer varias cosas: la más importante es rezar por las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. Con esto ya es suficiente. No necesitamos más. Jesús nos pidió que rogáramos al dueño de la mies… pues es Él realmente quien siembra la semilla y hace crecer la flor de la vocación", asegura contundente.

Además, explica el P. Francisco, "Dios también quiere tener jardineros que le ayuden a preparar la tierra y a quitar los obstáculos que frenan el desarrollo de esas plantitas….por eso surge otra necesidad: ofrecernos como jardineros de Dios, ser esos instrumentos de Dios para irradiar en nuestro entorno esa visión positiva de la vocación y dejarnos usar por Dios para ayudar en concreto como Él nos lo muestre. Donde hay fe auténtica, se ve esta realidad con sencillez y sin prejuicios”, afirma.

Está claro que todo necesita un apoyo, y ese apoyo viene de la mano de la formación. Así que la tercera acción de los CAV es tener encuentros de formación que les preparen “para dar razón de su fe”. Se reúnen periódicamente para profundizar en algún aspecto de la vocación cristiana, desde lo más general que es la llamada a la santidad, a lo particular que es la llamada de Dios a servirle en un estado de vida concreto: sacerdocio, consagración o matrimonio.

“Una vez hecho esto –explica el P. Francisco-, dijimos que el Espíritu Santo ya nos haría ver por dónde quiere que vayamos”. 
Y punto.

Sin sacerdotes no hay vida cristiana

El P. Hérnández Nuño nos comenta que es fundamental que todos nos impliquemos en la pastoral vocacional: “Si no hay sacerdotes, ¿qué pasa? No hay sacramentos. Y si no hay sacramentos no hay vida cristiana. Y si no hay vida cristiana, ¿dónde está la obra de Jesucristo?”.

Dependiendo de cada país, la manera de acompañar a las personas que pueden estar llamadas al sacerdocio en la Legión ha cambiado en los últimos tiempos. En España, nos explica el P. Francisco, “la Legión tiene en cada localidad a dos sacerdotes responsables: uno especializado en pequeños y otro especializado en adultos”. Por lo general, las personas llamadas a una vocación en una realidad de la Iglesia suelen providencialmente estar cerca de esa realidad a la que están llamadas: “lo normal es que aquellos que se han sentido atraídos por una espiritualidad, y que se han acercado para que les ayudemos a desarrollarse espiritualmente”. No obstante, como decía al comienzo de la entrevista, "la vocación la da Dios cuando quiere, a quien quiere y como quiere".

“Lo que deseamos de verdad es que cada uno llegue a su plenitud vocacional", confirma el P. Francisco, y el CAV viene a apoyar ese proceso –insiste-. Tiene que haber un cambio de actitud. En concreto, además, en lo que respecta a las vocaciones sacerdotales y religiosas o consagradas no las encontraremos porque haya alguien buscando encontrarlas, si no porque exista una familia, como el Regnum Christi y tantas otras, que irradian la experiencia positiva de la vocación al sacerdocio y a la vida consagrada, familias que se esfuerzan por acompañar a cada chico o chica a su plenitud vocacional”.

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