18 de marzo de 2015

Entrevista | P. Justo Gómez, L.C.: “Ver gente joven en las iglesias llena de alegría los lugares y a los párrocos. Se ve que la Iglesia también es joven”

Estamos escasamente a 15 días de Jueves Santo, y en LomásRC hemos querido conocer cómo ve el P. Justo Gómez, L.C., las misiones con jóvenes universitarios. El padre lleva nueve años yendo con ellos a misionar desde la época en que fue profesor en la Universidad Católica de Murcia. Actualmente es capellán de la Universidad Francisco de Vitoria y da clases de Etica y de Responsabilidad Social. “Nosotros vamos a hacer misiones para servir a la Iglesia de la diócesis de Murcia -nos explica-, y los párrocos siempre lo han agradecido porque vamos siempre en esa actitud de servicio”.



Padre, cuando se trabaja en una universidad dando clases y llevando la capellanía, ¿qué pesa más, lo docente o lo sacerdotal?

El hombre es uno y en esa unidad pesa más el ser sacerdote, y justamente por eso cuando soy profesor lo soy también con ese espíritu. No separo ambas cosas. De hecho, en mi vocación sacerdotal siempre he contemplado ser profesor: es una forma de llegar a los alumnos, para que por un lado te conozcan mejor, y por otro ayudarles mejor. Gran parte de mi vida religiosa la he dedicado a la enseñanza. Comencé en su momento como jefe de estudios en el seminario menor de la Legión de Cristo en Moncada, donde también daba clases.

¿Cómo responden los jóvenes a la invitación a ir de misiones en Semana Santa?
La clave está en que haya otros chicos que les transmitan esta inquietud. Que los mismos compañeros sean testimonio para los otros de estas misiones. Es el boca a boca lo que funciona y que les explica cómo les ha ido de bien, que han sido muy bonitas y con mucho espíritu.

Padre, usted lleva a sus espaldas once años de misiones en Semana Santa, ¿es siempre lo mismo o cada misión es diferente?
Cada misión es diferente. La situación es diferente, los chicos aunque repitan son diferentes y cada año Dios nos habla de algún modo diferente. Lo que siempre se repite es el verdadero deseo de servir a los sacerdotes en las diócesis. Es lo único que no cambia. Dependiendo de cada lugar pueden cambiar los aspectos prácticos.

Ver gente joven en las iglesias llena de alegría los lugares y a los sacerdotes con los que estamos. Este testimonio es un hermoso apostolado, porque se ve que la Iglesia también es joven.


¿Cómo son unas misiones con universitarios? Porque como en todo grupo humano habrá chicos más firmes en su fe y otros que estén en proceso de madurarla…
Es verdad, hay jóvenes que están en situaciones de fe distinta. Pero la vitalidad de los jóvenes, que cuando tienen un ideal se lanzan, hace que sean siempre unas misiones muy alegres. Se produce un contagio, podríamos decir que por ósmosis, que hace que el chico se vaya involucrando. Los que vienen por primera vez a veces necesitan un mayor acompañamiento y cercanía. Pero luego se ve la acción del Espíritu Santo que va tocando los corazones.

¿Qué aportan de específico los jóvenes a la misión que no tenga, por ejemplo, familia misionera?
Yo creo que con familias llegas más fácilmente a las familias, y con jóvenes a los jóvenes. Pero hay más cosas en común que cosas diferentes. Al final, tanto los jóvenes como las familias lo que desean es transmitir a Cristo. Pero sí es verdad que ver mucha gente joven en las parroquias despierta y anima. Es más habitual ver familias en las iglesias que jóvenes.

En cualquier caso, la gente se maravilla al ver cómo una familia deja todo y se pasa una Semana Santa para ayudar a la Iglesia, en vez de ir a la playa. De igual forma, los jóvenes. Lo importante es lo común, que es ir a ayudar a la iglesia diocesana.

Deme dos consejos para un misionero...
Es muy importante ser conscientes de nuestra misión de apóstoles. Las misiones nos ayudan a pensar en nuestra condición de apóstoles. Pero el camino es dejarnos llevar por el Espíritu Santo, es decir, cada misión es distinta porque cada año para la misión el Señor nos pide algo distinto sobre cómo llevar a Cristo mejor en este momento.

Por otro lado es muy importante cuidar nuestra vida interior, de oración. Gracias a la oración podemos discernir lo que Dios quiere para cada misión y tener en cuenta que vamos con esa actitud de servicio. Lo que más ayuda es el espíritu de caridad y de unión entre todos.

Desde su experiencia, ¿es verdad que recibe más el misionero que el misionado?
De eso no hay ninguna duda. Sale más fortalecido el misionero que los misionados. Hay que agradecer a los párrocos porque también son conscientes del bien que hacen esas misiones a los jóvenes que llevamos. Gracias a ese sentido eclesial y misionero los párrocos nos abren las puertas. Como decía Juan Pablo II, “la fe se fortalece dándola”.

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