A continuación puedes leer la entrevista.
¿Cómo se siente en este momento en vísperas de su ordenación diaconal?
¡Es lo que hay…! Quiero decir lo que hemos trabajado en lo humano, en lo apostólico, en lo espiritual, es fruto de la gracia de Dios.
¿En qué le ha ayudado el colegio y el ECYD de Sevilla en su vocación?
¿En qué le ha ayudado el colegio y el ECYD de Sevilla en su vocación?
No ha sido tanto el colegio y el ECYD en sí, como el Regnum Christi sevillano, y por esto entiendo a toda la familia Regnum Christi de Sevilla: padres de mi comunidad, consagradas, familias, desde el primer niño de primaria hasta el último adolescente de bachillerato, todos aquellos con los que he mantenido una relación más cercana. Ha sido una experiencia que no cambiaría por nada, estoy súper contento, ha sido una vivencia fundamental para mí estos dos años previos de la ordenación, por lo que me ha ayudado en mi formación personal, pero también el aprecio, el agradecimiento que le tengo a Dios por todo lo vivido.
¿De quién se va a acordar primero cuando reciba la ordenación?
Sé de quién me voy a acordar en la sacerdotal, de dos personas enfermas. Esta es una ordenación de servicio, ahondando en el sacramento del orden.
¿Qué recuerdo le gustaría compartirnos de estos años de formación?
¿Qué recuerdo le gustaría compartirnos de estos años de formación?
Realmente no es un recuerdo, es más bien una enseñanza que se saca de los recuerdos: el saber que todos somos hombres limitados, que todos tenemos nuestros fallos, nuestras miserias, pero que todos estamos en búsqueda del rostro del Señor, es decir, no tenemos que seguir a ninguna persona en este camino, sino al Señor.
En el camino de mi formación he tenido experiencias malas y buenas, más malas que buenas, no ha sido un camino fácil: algunos de mis superiores y de mis directores espirituales no han seguido y han abandonado el sacerdocio. Ellos eran mi referencia, lo cual me provocó una crisis. Buscaba la identificación con mis formadores desde el punto de vista humano hasta que vi que con quien me tengo que identificar y seguir es con Cristo.
¿Qué le parece ordenarse junto a otros seminaristas diocesanos y de otras congragaciones?
En el camino de mi formación he tenido experiencias malas y buenas, más malas que buenas, no ha sido un camino fácil: algunos de mis superiores y de mis directores espirituales no han seguido y han abandonado el sacerdocio. Ellos eran mi referencia, lo cual me provocó una crisis. Buscaba la identificación con mis formadores desde el punto de vista humano hasta que vi que con quien me tengo que identificar y seguir es con Cristo.
¿Qué le parece ordenarse junto a otros seminaristas diocesanos y de otras congragaciones?
Estoy encantado, y tengo mucha amistad con varios de ellos. Al haber estado ayudando en una parroquia he podido conocer mejor a uno de los seminaristas. Es un sentir de Iglesia y de comunidad.
¿Si pudiera resumirnos su vocación en una canción, en una cita bíblica…?
¿Si pudiera resumirnos su vocación en una canción, en una cita bíblica…?
En el Salmo 27 (26): Busco tu rostro, Señor… En él se expresa la fe en un Dios personal, lo vas buscando en tu vocación continuamente. Dice así:
1 El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién
temeré?
El Señor es la
defensa de mi vida,
¿quién me hará
temblar?
2Cuando me asaltan los malvados
para devorar
mi carne,
ellos,
enemigos y adversarios,
tropiezan y
caen.
3Si un ejército acampa contra
mí,
mi corazón no
tiembla;
si me declaran
la guerra,
me siento
tranquilo.
4Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la
casa del Señor
por los días
de mi vida;
gozar de la
dulzura del Señor,
contemplando
su templo.
5Él me protegerá en su tienda
el día del
peligro;
me esconderá
en lo escondido de su morada,
me alzará
sobre la roca.
6Y así levantaré la cabeza
sobre el
enemigo que me cerca;
en su tienda
sacrificaré
sacrificios de
aclamación:
cantaré y
tocaré para el Señor.
7Escúchame, Señor,
que te llamo;
ten piedad,
respóndeme.
8Oigo en mi corazón:
“Buscad mi
rostro”.
Tu rostro buscaré,
Señor.
9No me escondas tu rostro.
No rechaces
con ira a tu siervo,
que tú eres mi
auxilio;
no me
deseches, no me abandones,
Dios de mi
salvación.
10Si mi padre y mi madre me
abandonan,
el Señor me
recogerá.
11Señor, enséñame tu camino,
guíame por la
senda llana,
porque tengo
enemigos.
12No me entregues a la saña de mi
adversario,
porque se
levantan contra mí testigos falsos,
que respiran
violencia.
13Espero gozar de la dicha del
Señor
en el país de
la vida.
14Espera en el Señor, sé
valiente,
ten ánimo,
espera en el Señor.
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