Don Federico, párroco de Burgohondo, con varios monaguillos de Familia Misionera |
“Son todos unos pueblos muy apegados a sus costumbres y tradiciones, manifestaciones de una identidad histórica y cultural que, tanto sociales como las más específicamente religiosas, que llevan con orgullo y que procuran conservar con mucho cariño y entusiasmo”, nos aclara su párroco.
A continuación te ofrecemos una entrevista que nos ha concedido don Federico.
¿Cuál es la mayor necesidad que tiene usted en su día a día?
Mis preocupaciones cotidianas son las que normalmente le toca a un “cura de pueblo”: asegurar el acompañamiento sencillo de la gente, el servicio pastoral y evangelizador de estas comunidades.
Intento responder fielmente contando también con la ayuda y la corresponsabilidad de algunos parroquianos más comprometidos. Entre todos nos encargamos de preparar y animar las celebraciones litúrgicas, los procesos de catequesis e iniciación cristiana de grupos de niños y adultos, y la atención a los enfermos y necesitados. Y yo, naturalmente, como presbítero.
Vivo también en fraternidad, con otros compañeros. Y junto con otros sacerdotes y laicos del Arciprestazgo, intentamos hacer también de éste un espacio de comunión eclesial y de plataforma misionera.
Intento responder fielmente contando también con la ayuda y la corresponsabilidad de algunos parroquianos más comprometidos. Entre todos nos encargamos de preparar y animar las celebraciones litúrgicas, los procesos de catequesis e iniciación cristiana de grupos de niños y adultos, y la atención a los enfermos y necesitados. Y yo, naturalmente, como presbítero.
Vivo también en fraternidad, con otros compañeros. Y junto con otros sacerdotes y laicos del Arciprestazgo, intentamos hacer también de éste un espacio de comunión eclesial y de plataforma misionera.
Guardo relación con algunos sacerdotes de la Congregación de los Legionarios de Cristo que tiene unas instalaciones aquí en Burgohondo. A través de ellos un grupo de Familia Misionera entró en contacto con nosotros, y se ofrecieron para hacer “misión” compartiendo y colaborando concretamente en la celebración de la Semana Santa, en algunos pueblos. Además de los ya citados, las familias se hicieron presentes tambien en otras parroquias atendidas por otro compañero, don Alejandro, párroco de Navarrevisca, Serranillos, Hoyocasero y Navalosa.
Es la segunda vez que van familias misioneras, ¿en qué le han ayudado?Fundamentalmente sirven de apoyo para la preparación y animación de las celebraciones litúrgicas, que se multiplican durante estas fiestas. Se encargan además de dirigir algunos actos allí donde no podrían acudir los sacerdotes. Procuran respetar el protagonismo de las comunidades y de sus responsables, pero prestan un servicio encomiable, con una disponibilidad discreta pero muy eficaz. Siempre muy atentos. Todos bien coordinados, en una acción conjunta entre los misioneros y feligreses, para que todo haya resultado muy digno y muy hermoso. Otra Semana Santa bien fructífera y provechosa.
¿Qué queda de esta presencia y colaboración de los misioneros durante el resto del año?
Es la segunda vez que van familias misioneras, ¿en qué le han ayudado?Fundamentalmente sirven de apoyo para la preparación y animación de las celebraciones litúrgicas, que se multiplican durante estas fiestas. Se encargan además de dirigir algunos actos allí donde no podrían acudir los sacerdotes. Procuran respetar el protagonismo de las comunidades y de sus responsables, pero prestan un servicio encomiable, con una disponibilidad discreta pero muy eficaz. Siempre muy atentos. Todos bien coordinados, en una acción conjunta entre los misioneros y feligreses, para que todo haya resultado muy digno y muy hermoso. Otra Semana Santa bien fructífera y provechosa.
¿Qué queda de esta presencia y colaboración de los misioneros durante el resto del año?
Pues ayuda a que todavía, en estos pueblos -y en todos y cada uno- se siga asegurando la celebración de la Semana Santa. Y gracias a ellos y a su participación se mantenga su centralidad y su importancia, como un gran eco, en la vida de estas comunidades, en el marco de todo el Año litúrgico. Esto ya de por sí - y aunque solo sea eso- me parece muy interesante. Ese el gran objetivo.
Los misioneros retornan después, como es normal, cada uno a su sitio de origen. Pero la relación que se suscita tan intensamente en estos días, cada vez más cercana y familiar, crea unos lazos de convivencia y fraternidad que, esperamos, se prolonguen en otras ocasiones. De hecho se mantienen algunos contactos.
¿Qué es lo que más les llama la atención a los feligreses de Burgohondo de la presencia de los misioneros?
Los misioneros retornan después, como es normal, cada uno a su sitio de origen. Pero la relación que se suscita tan intensamente en estos días, cada vez más cercana y familiar, crea unos lazos de convivencia y fraternidad que, esperamos, se prolonguen en otras ocasiones. De hecho se mantienen algunos contactos.
¿Qué es lo que más les llama la atención a los feligreses de Burgohondo de la presencia de los misioneros?
Yo pienso que, aparte de lo que hagan o dejen de hacer, lo más interesante es el testimonio que ofrecen y transmiten: el de unos matrimonios y familias animados por una fe viva y alegre, significativa. Un testimonio de calidad, misionero, tal como se pide hoy, alimentado por unos espacios de formación y oración profundas. En estos tiempos que corren suponen para nuestros feligreses signos claros y evidentes de vida cristiana, “referentes” para todos. Me consta que, para algunos, la presencia de los misioneros es motivo de impacto, interpelación y aliento.
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