Nos casamos, ¿y ahora qué?
“Mantener encendido el amor” ha sido
el objetivo de la primera conferencia que corrió a cargo de la psicóloga Elvira Tébar. El primer escenario tras el matrimonio es
de "sorpresa" por las cosas que encuentras y que "hay que aceptar".
En este sentido, la ponente invitó a un mayor conocimiento previo de la pareja para
una mejor comprensión, a sentir cariño y admiración por el otro y a dejarse influir
por él. Asimismo, valora la escucha con respeto y el ceder, así como el trabajo
emocional, el aprender a querer al otro por sus defectos cuando el amor romántico
se acaba. "El que cede, gana. Supone salir de uno mismo y acercarse al otro".
Comunicación, mantener vivo el diálogo
Desde la búsqueda del medio adecuada
a saber qué se comunica, que el otro lo ha recibido correctamente, saberle decir
que "no", son aspectos muy importantes que han quedado plasmados en la
ponencia de Jorge Serra y Pilar
Planells. Ellos recordaron que "la comunicación no es una simple transmisión
de datos, sino también de sentimientos y emociones. Se debe favorecer un marco de
confianza y de aceptación, de empatía" y, sobre todo, "poner el amor por
encima".
Mantener el amor, superar las crisis
Con el paso del tiempo, llegan los cambios
también en la vida matrimonial y, en ocasiones, el sufrimiento. "Nos cuesta
entender el cambio del otro y justificarlo. Cuando planificamos nuestro matrimonio
no solemos tener en cuenta el sufrimiento. El cansancio hace mella y lo que queremos
es silencio y paz", explicaba en su ponencia el profesor de
sociología de la Universidad Católica de Valencia, Javier Ros. Pero también
propone dar una vuelta a la lectura a la crisis cuando resalta que "son una
oportunidad inmejorable para crecer en el amor y para conocer de verdad a tu pareja.
Ver la debilidad de tu pareja te produce ternura". Apunta que algunas causas
de las crisis pasan por la mala elección de cónyuge, el no saber qué es el amor,
la falta de verdadero conocimiento en el noviazgo o la mentira. Además, lo que encuentra
en común en estos casos es que estas situaciones se superan juntos: "Poniendo
toda la carne en el asador", y con el apoyo de un terapeuta o director espiritual.
Cuando llegan los hijos... o no
También hay momentos complejos en la
vida matrimonial en los que el matrimonio puede salir fortalecido y que se vieron
en la mesa redonda. Es el caso de Sandra que se casó con un hombre ateo. Los hijos
no llegaban, a los 6 años de casados, ella tuvo un aborto natural. Intentaron la
adopción pero tampoco lo consiguieron, sin embargo todo el sufrimiento que les ha
supuesto este camino ha llevado a la conversión del marido de Sandra: “Todo ha valido
la pena por ver hoy a mi marido en misa o de rodillas a mi lado rezando”.
Marilys y
Javier, un matrimonio que se llevan 10 años de diferencia, explicaron que nada más
casarse ella quedó embarazada y fue tan inesperado que no sentía ilusión. Un día
tuvo un aborto natural, al que siguió mucha culpabilidad y se preguntaba constantemente
si quizá no se había cuidado suficiente. Sin embargo, contó que “el amor de mi esposo
y la oración me ayudaron a salir adelante”. Después tuvo dos hijas más. Ella pensaba
que no podría querer a la segunda tanto como quería a la primera, pero su sorpresa
fue que al tener a la segunda, amaba mucho a la segunda y amaba más que antes a
la primera. Se dio cuenta que el amor se multiplica porque también amaba más a su
marido.
Dios ayuda,
si queremos
“Las crisis
no se superan si no nos metemos en la cabeza y el corazón la importancia de dedicarle
tiempo a Dios. Si buscamos primero a Dios, el resto llegará”, resume el P. Vicente
Cortina, L.C., su conferencia. El matrimonio debe ser un instrumento para llegar
al cielo, por lo que debemos preguntarnos más qué quiere Dios, y menos qué quiero
yo. Es fundamental que el matrimonio ponga a Dios en el centro para tomar buenas
decisiones. Hay que tener en cuenta que nos podemos santificar en las pequeñas cosas
de cada día, como por ejemplo, cambiar pañales, y que no hace falta hacer grandes
cosas, pero sí es importante tener en cuenta que las crisis vividas con fe son momentos
de auténtica madurez.
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