Don Carlos Osoro señaló que los prejuicios nos separan de la gente, añadiendo que “somos los cristianos, los curas y los obispos, llorones. Y el que llora no mama. Una Iglesia así no dice nada a los jóvenes. Nada”.
Por eso, “el Señor nos dice que amemos a nuestros enemigos, que son nuestros hermanos. Cercanía y encuentro son categorías que pertenecen a esta dimensión. Si os insultan no devolváis otro insulto”. Lo que sucede es que “hay gente que llega a Madrid y no tiene donde caerse muerto. Los pobres muriéndose y nosotros, ¿qué hacemos?” preguntó el Purpurado afirmando después que “la urgencia de la Evangelización pasa por llegar a los que están más solos y abandonados. Si no soy capaz de regalar la vida de otra manera... mala cosa es”.
“Nuestra responsabilidad en la vida de la Iglesia pasa por nuestro cambio –señaló el cardenal de Madrid-. Jesús se encontró con todos. Hay que salir a otros contextos. La mayoría no era de leprosos en el pueblo de Israel pero el Señor se acercó a ellos. A las viudas también se les acercó. Os animo a que la urgencia de la Evangelización que es cierta, pase por dos categorías: el encuentro y la cercanía a todos los hombres. Y la Iglesia o asume esas dos categorías o sale no sé a dónde. Nadie sobra. Hay que hacer un gran esfuerzo por escuchar a todos”.
Y para ello puso como ejemplo el Parlamento de los Jóvenes “para que conversen sobre los problemas más importantes. Y deseo que sea algo permanente en la Iglesia. El Papa Francisco quiere y nos dice qué escuchemos a los jóvenes”.
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