26 de abril de 2017

Carta de la Santina a sus hijos misioneros: “Los feligreses de estos concejos ya no volverán a ser los mismos: llevan en el corazón una semilla regada por mi propio Hijo a través de vuestro testimonio”

Los misioneros que acuden con Juventud y Familia Misionera durante la Semana Santa dan mucho de sí mismos y justamente por eso también reciben muchos y grandes agradecimientos. Uno de ellos, y muy especial, ha sido el que recibió el grupo que acudió a Piloña, Amieva y Ponga, en Asturias. El Domingo de Resurrección, en la basílica de Covadonga, tuvieron la misa de conclusión. A ella acudieron los padres legionarios que misionaron con el grupo y los dos párrocos a los que ayudaron. Presidía don Recaredo, pero la homilía le tocaba a don Alejandro. Allí, más que una predicar una homilía, leyo a los misioneros el texto de agradecimiento que reproducimos a continuación, y que tiene por autora a alguien que les espera año tras año. No te la puedes perder.


A mis queridos hijos de la Familia Misionera:

En este día en el que la cristiandad hace memoria festiva de la Resurrección de mi Hijo Jesucristo, yo la hago por mis pequeños hijos de los pueblos de Piloña, Amieva y Ponga. Estos meses he visto emocionada cómo desde vuestros hogares de Madrid preparabais con cariño y oración esta nueva misión por tierras asturianas. Los sacerdotes Recaredo y Jano también os aguardaban y encomendaban, conscientes de la importancia y la necesidad de ver sembrar en los corazones de los feligreses encomendados la semilla del amor a Dios, a través del cuidado de la Sagrada Escritura, de la riqueza espiritual de las celebraciones litúrgicas, de la intensa oración y de la invitación especial a la conversión que son vuestra mejor carta de presentación.

He estado muy atenta a vuestras oraciones, queridos hijos misioneros. Especialmente la de los más veteranos, que conscientes de la dureza de la misión, me pedíais poner en vuestros labios las palabras que mi propio Hijo diría cuando recorría pueblos y aldeas tratando de extender su mensaje salvífico. Vuestros pasos me recordaron a los míos. Yo también acompañaba a Jesús y me empapaba de todas las experiencias que su paso causaba en el corazón de los hombres y mujeres con los que se encontraba.

Algunas de estas personas aceptaban sus palabras con un corazón deseoso, sediento de Verdad, de Luz, de Paz, de Esperanza. Era increíble comprobar esa transformación a través de la puesta en práctica de las Bienaventuranzas, de la oración cercana y sincera del Padre, de la caridad fraterna y universal,.. Cuántas conversiones y cuántas gracias pudimos comprobar por aquel entonces.

Pero también nos encontramos con muchas puertas que no quisieron abrirnos; puertas tan cerradas como el corazón de tantas personas que no fueron ni son capaces de comprobar la grandeza que supone apostar por la Fe y por el Amor con mayúsculas. Personas que no se conformaron con un “No me interesa tu mensaje”, sino que acompañaron su rechazo con críticas, con insultos, con violencia.

Y así se escribe la historia, que mi Hijo rubricó finalmente con su propia sangre. Una historia que cada año volvéis a repetir, como verdaderos discípulos del siglo XXI, tantas familias y consagrados.

Y, ¿sabéis una cosa? No puedo estar más orgullosa del trabajo que habéis realizado. Los feligreses de estos concejos ya no volverán a ser los mismos, pues llevan en el corazón una semilla regada y abonada por mi propio Hijo a través de vuestro testimonio de vida. Estas almas han vuelto a renovar su deseo de seguir a Jesús desde la sencillez de sus vidas, en medio del campo y la soledad que, tras vuestro paso, se transforma en espacio de encuentro cotidiano con lo divino. Les habéis “escuchado”, acompañado, consolado y animado a esa conversión tan necesaria para esta sociedad, y que es el objetivo de vuestra misión.

Sé que vuestros familiares y amigos no dejan de mirar sus relojes contando las horas que faltan para volver a veros. Pero mis hijos de Piloña, Amieva y Ponga y sus párrocos también lo harán. Seguirán tachando días con el deseo de que volváis a aparecer por estos pueblos llenando sus hogares y sus corazones con ilusión y esperanza. Seguirán mirando por la ventana aguardando la llegada de esas familias que vienen enviadas por mi propio Hijo como un ejército de sembradores del Evangelio. Seguirán rezando para que nuestro Padre Dios siga concediéndoos la gracia de seguir creciendo a nivel personal y espiritual, pero también en el número de misioneros, colaboradores y consagrados.

Gracias de todo corazón por dar tanto sentido y continuidad al mensaje salvífico de la Resurrección de mi Hijo, a pesar de contar con demasiados enemigos del alma y de la fe que tanto persiguen, acosan y tratan de silenciar a los cristianos de nuestros días.

Ojalá que en estos tiempos de persecución no dejéis de sentir nunca mi abrazo y protección de Madre, y la fuerza y la gracia de mi Hijo Jesucristo actuando a través de vosotros.

Pido a nuestro Padre Dios que no deje de escuchar vuestras oraciones, porque en ellas sé que están escritos los nombres de todas las almas que deseáis salvar, y ese también es mi deseo. Gracias de todo corazón por vuestra labor y por todo el bien que un año más volvéis a dejar en estas tierras de misión. Aquí seguiremos esperándoos y encomendándoos, No os olvidéis de nosotros, porque aquí ya nunca podremos hacerlo. Hasta pronto, con inmenso cariño de vuestra Madre,

La Santina de Covadonga



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por darnos tu opinión