24 de abril de 2014

Adriana, de Familia Misionera, cuando vio a sus hijos confesarse y rezar: “Entendí que estábamos donde teníamos que estar, era el momento para renovar nuestra fe”

Su nombre es Adriana y es profesora de inglés de Infantil en Highlands School El Encinar. Es madre de mellizos, niño y niña, de 9 años, que este año harán su Primera Comunión. Esta Semana Santa ha ido por primera vez, junto a sus hijos, con Familia Misionera a un pueblo de Toledo. Le hemos querido preguntar qué tal experiencia y esto es lo que nos ha contado.

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¿Era tu primera experiencia de Misiones? ¿Cómo te fue para llevar a tu familia?
Sí, este año fue mi primera vez de Misiones. Encontré mucho apoyo y facilidades en el colegio para ir. Tanto las personas que las organizaron como familias que ya habían ido de Misiones respondieron a todas nuestras preguntas con una gran sonrisa y con los brazos abiertos.

¿Por qué te animaste a ir?
Buena pregunta… Por circunstancias de la vida, he tenido mis altibajos en mi relación con Dios (como todo el mundo), pero en los momentos más difíciles tiendo a aferrarme a esa auténtica felicidad, serenidad y confianza que he sentido en los momentos en que más cerca he estado de Él. Lo busco continuamente. No siempre lo encuentro, pues no siempre soy capaz de escuchar y/o seguir sus señales, pero creo que el deseo de que mis hijos hagan su Primera Comunión sintiendo al máximo nuestra fe fue el último “empujón” que necesitaba para iniciarnos en la “aventura misionera”.

¿Cómo te sentiste?
Tengo que reconocer que al principio me sentí un poco fuera de lugar. Prácticamente todos los del grupo con el que nos fuimos de Misiones llevaban años Misionando juntos. Lo típico, todos sabían qué hacer, qué esperar, etc., y para mí eso de vivir la Semana Santa “desde dentro” era toda una novedad. Novedad un poco imponente, dada la importancia de las fechas, por lo que estaba un poco nerviosa. Pero poco a poco me fui relajando y pasadas las primeras horas me sentí tranquila, auténtica y profundamente feliz.

Otra razón por la que al principio me sentí un poco fuera de lugar es porque estoy divorciada. Todos los que estaban en familia estaban en familias “tradicionales”, pero lo bueno es que con la familia del Regnum Christi esa sensación duró poco y pude disfrutar de sentirme parte de una “Gran Familia”, sentimiento que valoro mucho porque somos de fuera y nuestra familia está lejos.


¿Qué es lo que más te costó?
Dejarme llevar. Entender que las Misiones eran cosa de Dios y que serían como Él quería que fuesen. Me temo que fui con ciertas expectativas por experiencias ajenas que nada tenían que ver con la realidad de mi Misión ni con mi situación particular como persona.

¿Y lo que más te gustó?
Tener la posibilidad de vivir la Semana Santa desde dentro, tener el honor de compartirla con Cristo y sentir como Él, poco a poco, revivía en nuestros corazones para quedarse.

¿Crees que cambiaste la vida de otros para Cristo o al revés?
Creo que el ver familias unidas, viviendo su fe abiertamente y con alegría siembra al menos alguna semilla de curiosidad en los demás. Varias personas se nos acercaron comentando con admiración la fe y el respeto de nuestros niños en las Misas, al rezar el Rosario, en las procesiones, etc. Pero siento que al vivir la Semana Santa desde dentro, con Cristo, nos hemos renovado y unido mas como familia.

¿Qué crees que va a cambiar en tu vida ahora?

Creo que me he reencontrado con Cristo de una forma que no lo había hecho antes o al menos no en muchos años. Algo en mí y en mis hijos ha renacido en estas Pascuas y nos ha dado la alegría, el amor y la fe que iluminará nuestro camino.

¿Por qué no nos cuentas alguna anécdota que hayas vivido estos días?
Como comenté, al principio me sentí un poco fuera de lugar. Pero justo cuando estaba pensando en la posibilidad de volvernos a casa pasaron dos anécdotas curiosas… No encontraba a mi hijo, pero de repente me llegó con una mirada tranquila y serena, sonriendo. Al preguntarle donde estaba, me comentó que “se estaba confesando”. Él sólo, sin que nadie le dijera nada al respecto, había sentido la necesidad de hacer su Segunda Confesión a las pocas horas de empezar nuestra Misión. Por otro lado, tenía entendido que mi hija se había ido a jugar con otras niñas, pero me la encontré, solita, frente a la Virgen, intentando rezar el Rosario. Fue ahí cuando entendí que estábamos donde teníamos que estar, que era el momento y el lugar para renovar nuestra Fe y vivirla, con naturalidad, con otras familias, como la Gran Familia Cristiana que somos.

¿Volverás el año que viene?
Sin duda, volveré. No solo por mí, si no sobre todo por mis hijos. Lo han disfrutado al máximo y me han pedido irnos de misiones todos los años “para siempre”. :)

2 comentarios:

  1. ¡Maravilloso testimonio! Con tu forma de vivir la fe, con tu corazón, con tu amor a Cristo, a tu familia y a los demás nos acercas más a Dios.
    Bendita seas Adriana, tú y tu maravillosa familia.
    ¡GRACIAS!

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  2. Adriana, la verdad qué suerte. Ojalá me suceda así con mis hijos. El año que viene contactaré con vosotros para ir. Gracias.

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