12 de diciembre de 2019

“Admirabile signum”, la Carta apostólica del Papa Francisco, y los belenes de la familia Regnum Christi (2)

“Al nacer en el pesebre, Dios mismo inicia
la única revolución verdadera que da esperanza
y dignidad a los desheredados, a los
marginados: la revolución del amor,
la revolución de la ternura”
Admirabile signum es el título de la carta del Papa Francisco sobre la importancia del Belén, que publicó la semana pasada. En ella, el Santo Padre reflexiona sobre la importancia de colocar el Nacimiento, su sentido, la admiración que suscita entre pequeños y grandes... Para él es una forma de evangelización.

En esta noticia de hoy seguimos destacando algunos de sus párrafos, y lo ilustramos con imágenes, en esta ocasión, de belenes de la familia Regnum Christi de Sevilla.




“Me gustaría ahora repasar los diversos signos del belén para comprender el significado que llevan consigo. En primer lugar, representamos el contexto del cielo estrellado en la oscuridad y el silencio de la noche. Lo hacemos así, no sólo por fidelidad a los relatos evangélicos, sino también por el significado que tiene. Pensemos en cuántas veces la noche envuelve nuestras vidas.

En la noche estrellada nos preguntamos: “¿Quién soy yo?
¿De dónde vengo?¿Por qué amo? ¿Por qué sufro?
¿Por qué moriré? Para responder a estas preguntas,
Dios se hizo hombre”
Pues bien, incluso en esos instantes, Dios no nos deja solos, sino que se hace presente para responder a las preguntas decisivas sobre el sentido de nuestra existencia: ¿Quién soy yo? ¿De dónde vengo? ¿Por qué nací en este momento? ¿Por qué amo? ¿Por qué sufro? ¿Por qué moriré? Para responder a estas preguntas, Dios se hizo hombre. Su cercanía trae luz donde hay oscuridad e ilumina a cuantos atraviesan las tinieblas del sufrimiento (cf. Lc 1,79)” (n. 4).

“‘Vayamos, pues, a Belén, y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha comunicado’ (Lc 2,15), así dicen los pastores después del anuncio hecho por los ángeles. Es una enseñanza muy hermosa que se muestra en la sencillez de la descripción.

“A Dios que viene a nuestro encuentro en el Niño Jesús,
los pastores responden poniéndose en camino hacia Él,
para un encuentro de amor y de agradable asombro”
A diferencia de tanta gente que pretende hacer otras mil cosas, los pastores se convierten en los primeros testigos de lo esencial, es decir, de la salvación que se les ofrece. Son los más humildes y los más pobres quienes saben acoger el acontecimiento de la encarnación. A Dios que viene a nuestro encuentro en el Niño Jesús, los pastores responden poniéndose en camino hacia Él, para un encuentro de amor y de agradable asombro. Este encuentro entre Dios y sus hijos, gracias a Jesús, es el que da vida precisamente a nuestra religión y constituye su singular belleza, y resplandece de una manera particular en el pesebre” (n. 5).

“Los pobres y los sencillos en el Nacimiento recuerdan que Dios se hace hombre para aquellos que más sienten la necesidad de su amor y piden su cercanía. Jesús, ‘manso y humilde de corazón’ (Mt 11,29), nació pobre, llevó una vida sencilla para enseñarnos a comprender lo esencial y a vivir de ello. Desde el belén emerge claramente el mensaje de que no podemos dejarnos engañar por la riqueza y por tantas propuestas efímeras de felicidad"
 (n. 6).

“Desde el belén, Jesús proclama, con manso
poder, la llamada a compartir con los últimos
el camino hacia un mundo más humano y fraterno,
donde nadie sea excluido ni marginado”

"El palacio de Herodes está al fondo, cerrado, sordo al anuncio de alegría. Al nacer en el pesebre, Dios mismo inicia la única revolución verdadera que da esperanza y dignidad a los desheredados, a los marginados: la revolución del amor, la revolución de la ternura. Desde el belén, Jesús proclama, con manso poder, la llamada a compartir con los últimos el camino hacia un mundo más humano y fraterno, donde nadie sea excluido ni marginado” (n. 6).

“Del pastor al herrero, del panadero a los músicos, de las mujeres que llevan jarras de agua a los niños que juegan..., todo esto representa la santidad cotidiana, la alegría de hacer de manera extraordinaria las cosas de todos los días, cuando Jesús comparte con nosotros su vida divina” (n. 6)
.

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