Los directores de sección de Madrid, sus equipos auxiliares, los jóvenes responsables de equipo y cualquier otro joven responsable de alguna tarea en la vida del Reino se reunieron en la primera jornada de formación del año, el pasado sábado 21 de septiembre. El motivo de esta actividad fue compartir objetivos del curso y, trabajando en equipo, proyectar las actividades que se pondrán en prioridad este año para alcanzarlos.
Crear un gran equipo
Pilar Sánchez nos cuenta cómo se ha vivido este primer encuentro. "En esta jornada el objetivo real es crear un gran equipo para que la sección pueda funcionar en el nuevo curso. Primero tuvimos una misa y una introducción dada por los directores de sección. Después pasamos a trabajar por comisiones para ir esbozando el plan de trabajo que vamos a seguir a lo largo del año".
Algunas de las actividades programadas para este curso son: círculos de estudio; charlas formativas por grupos de interés de acuerdo a un formulario que los jóvenes de las secciones han rellenado, retiros de media jornada; triduos y otras actividades extraordinarias que estarán encaminadas al crecimiento interno de los jóvenes y a la consolidación y crecimiento de los equipos y de las secciones.
Como estudiante universitaria, le preguntamos a Pilar si para un joven vale la pena tomar el reto de ser formador. Su respuesta: "Vale la pena ir a este tipo de encuentros. Primero, porque son una manera de conocer a las personas con las que vas a coincidir en el año y que tienen objetivos comunes contigo. Lo segundo, porque creo, al menos en mi caso, que el formar parte de la sección es un regalo, y formar parte de algo tan bueno, siempre aporta muchísimo".
Compartir ese fuego que los jóvenes tienen en el corazón
Como directora de sección, le hicimos la misma pregunta a Amada Blanco: "Cuando uno se pone a tiro y le dice que sí al Señor, Él siempre da el ciento por uno. Los jóvenes pueden compartir ese fuego que tienen en el corazón, vivir de verdad su fe en comunidad, en un ambiente de alegría y compromiso. Y para los adultos que tenemos la fortuna de estar allí, de acompañarles en este camino, es un privilegio formar parte de algo que nos sobrepasa, ser testigos de cómo el Señor trabaja los corazones y, a través de estos jóvenes, volver a renovar nuestra vocación a la familia del Regnum Christi".
"Para mí, ser formadora es un reto muy grande, porque no consiste tanto en hacer como en ser", quiso agregar Pilar. "Y ser formadora implica transmitir con la propia vida a Cristo. Para que eso pase, primero nos hemos tenido que encontrar con Él, y luego hemos tenido que entender que nos necesita como medios para llegar a otros. Así que se trata tanto de un reto como de una gracia y responsabilidad enormes".
"Vivir en comunidad aquello a lo que hemos sido llamados y que es nuestra vocación al Regnum Christi. Ponernos al servicio del deseo de almas del Corazón de Cristo y trabajar desde la comunión para poder ser instrumentos colaboradores de su obra", concluye Amada.
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