Esta celebración tiene su origen con el emperador Constantino, hijo de Santa Elena, quien en su sexto año de reinado tuvo que enfrentarse a los bárbaros en una batalla que se consideraba imposible de vencer. Una noche, Constantino tuvo una visión: en el cielo apareció la Cruz de Cristo con las palabras “In hoc signo vincis”, que significa “con esta señal vencerás”.
Constantino venció en la batalla, se convirtió al Cristianismo y mandó a su madre a Jerusalén a buscar el Madero Santo. Santa Elena pudo comprobar que la Cruz en verdad existía después de milagros en los que Lignum Crucis curó a enfermos y resucitó muertos.
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