6 de junio de 2017

Nicolás Núñez, L.C., en vísperas de su ordenación diaconal: “El primer lugar que tenemos que ganar para Cristo es el propio corazón”

Tiene 30 años y nació en Guadalajara, México. Conoció el Regnum Christi gracias a su hermana mayor, que estaba en el ECYD, y a las consagradas. Los legionarios vinieron después, cuando entró en la legión por acompañar a su hermano gemelo, que sí quería ser sacerdote... Cosas de la vida, este sábado a las 8 de la tarde, en la Catedral de La Almudena de Madrid, el que se ordena diácono es él, y lo hará en una celebración presidida por Cardenal Carlos Osoro, junto a seminaristas de otras realidades de la Iglesia.

Este futuro sacerdote legionario de Cristo, Nicolás Núñez, L.C., ha hecho un alto en el en vísperas de su ordenación para atender a LomásRC y explicarnos cómo está viviendo estos momentos y contarnos lo que le apasiona, lo que le cuesta, cómo fue su decisión de decirle que sí a Cristo, qué es lo primero que quiere hacer en cuanto se haya ordenado...

A continuación puedes leer la entrevista y conocer más de cerca a este nuevo sacerdote que dedica su vida a los jóvenes en Everest School Monteclaro de Madrid.



Cuéntenos un poco de su vida en la Legión: ¿Cómo se decidió a decir que sí a Dios?
La verdad llegué sin quererlo a la Legión, un poco por acompañar a mi hermano gemelo que sí quería ser sacerdote y yo aproveché la oportunidad para tener una nueva experiencia… Cuando dejamos la casa, sólo teníamos 11 años y las motivaciones eran las de un niño de esa edad… el día que ya por fin decidí marcharme, se lo dije al rector esperando que me rogase quedarme, pero se limitó a decir algo como: “Vale, la puerta ha estado siempre abierta. Haga sus maletas y yo le llevo”… Me impactó ver tan real que cerraba esto del seminario sin haberle dado realmente la oportunidad a Dios y al final me quedé, pero ahora sí decidido a buscar qué quería Dios de mí. Los años me llevaron de un lugar a otro, siempre en busca de su voluntad…


Después de un tiempo, mi hermano vio que su camino no era el sacerdocio y dejó la Legión, esto junto a otras experiencias también muy fuertes, fueron cincelando en mí una respuesta más madura, personal y convencida. El tiempo había amasado una amistad especial con Cristo y era verdad que se había convertido en el significado profundo de mi propia vida… no que lo otro me dejase de atraer y de tener valor, pero uno termina dándose totalmente sólo a aquel que le ha demostrado ser el sentido profundo de su vida.

Y en esa historia con quien le ha demostrado ser el sentido de su vida, ¿qué es lo que le cuesta?
Bueno, bueno… hay muchas cosas que me cuestan. Soy consciente de los tres votos que profeso y cada uno de ellos se hace real cada día de alguna forma. Pero como cualquier persona, en cualquier vocación nosotros tenemos unas cruces y los demás otras. A mí en concreto creo que la “soledad” es lo que más me puede… hablo de “soledad” seria, pues tengo el inmenso don de estar rodeado de gente estupenda casi todo el tiempo, pero personas que al final del día, tienen cada uno sus vidas y claro que existen los amigos y se puede compartir mucho, pero siempre habrá algo muy íntimo, que no puedes dar, porque es de Cristo y sabes que él lo conoce y lo ama, pero que a veces necesita un hombro en el que apoyarse o un abrazo que lo acomode.

También a veces se siente como que el “distintivo”, lo que eres, parecería separarte de las personas. Te coloca en un punto donde siempre se espera algo de ti, como si ya se viciara el trato por ello y te impide a veces llegar como quisieras llegar. Aún así, creo que el reto está en poder trascender todo eso, encontrando cada día más en Cristo todo lo que anhela el corazón; y por otro, vivir con total sencillez y abandono en Dios, que a pesar de llevar el don más sublime en los sacramentos, que jamás eso nos separe de la gente, sino nos puedan ver siempre ahí para acompañarles en los momentos más sublimes de su vida, un arte que no deja de ser un reto.


Y de su vida legionaria, ¿qué es lo que más le apasiona?
Entendiendo apasionarme como encenderme, motivarme, impulsarme a la misión, creo que lo que más es el querer que otros puedan amar a Cristo como veo que es posible amarle en nuestro movimiento. Me motiva encontrarme con legionarios, consagradas, consagrados y laicos que luchan por amar a Cristo, por hacerle reinar en sus vidas y en las de tantas personas. Muchos de ellos son gente repleta de cualidades con las cuales es un honor y orgullo estar a su lado y compartir la misión.


Hablando de la Legión: ¿por qué la legión y no otro lugar? ¿Cómo ve el proceso de renovación del Regnum Christi?
Llegué a la Legión y al movimiento porque me salió al encuentro. Uno de las personas que más me han inspirado es un tío jesuita que falleció apenas hace dos años y siempre he dicho que si no fuese legionario, sería jesuita, porque sé lo que han hecho en la historia y me llama poderosamente la atención su labor. También tuve algún tío abad, y algo menos cercano, alguno obispo, siempre del clero secular… pero uno no se enamora de lo que no conoce y yo conocí primero la Legión… con el tiempo obvio que me he cuestionado muchas cosas, soy muy consciente de que no es lo que se me decía cuando entré y durante mis primeros 10 años en ella. Conozco sus errores y defectos desde dentro y me cuesta padecerlos como a todos… pero yo desde un inicio creí que esto era obra de Dios y aún lo creo y la Iglesia hasta ahora así lo ha dicho…

Por personalidad me pesan mucho las estructuras, me cuesta mucho ver personas más dedicadas a eso que a lo concreto, el tiempo ha sido largo y también sufro el cansancio de este periodo de renovación… sin embargo he sido testigo de muchos corazones que se han dado cuenta que esta renovación empieza por ellos mismos, que el primer lugar que tenemos que ganar para el Reino el Cristo es el propio corazón y el palpar la paz que alcanzan y la fuerza que les da, creo que no tiene precio y bien vale la pena tanto esfuerzo.

Usted ha trabajado durante varios años en temas administrativos dentro de la congregación, pero este año le enviaron con adolescentes en el colegio Everest. ¿Qué le ha supuesto este cambio?
Es un cambio de bueno a mejor. Aunque en el fondo siempre he trabajado con adolescentes, ya antes en mis prácticas lo hice y en Roma de alguna forma nunca estuve del todo distanciado de algo de esto. De hecho ahora más bien trabajo con jóvenes, no tanto con adolescentes, aunque siempre queda alguno por crecer. Esto sí es más cambio, pero me encuentro muy bien. Es un privilegio compartir los mejores años de la vida de cada uno de ellos, acompañarles en sus vidas, esperando que experimenten que es Cristo quien camina a su lado. Tienen tanta vida, sueños, proyectos, que te contagian y no deja de ser algo de agradecer el poder compartir algo de ello.

La administración me formó en muchas cosas que me siguen ayudando, pero aquí los retos tienen un rostro más amable, y ciertamente inmensamente más delicados, pero no hay que perder de vista que el único que construye la casa es Dios, así que no dudo que alguien pudiese hacer más en una administración si sabe ser dócil en manos de Dios.


Una foto de la familia Regnum Christi: en primer término el P. Nicolás,
pero también hay dos consagradas, un consagrado y un matrimonio del RC
Me parece significativo que su ordenación sea con más candidatos al sacerdocio de la diócesis y de otras congregaciones. ¿No le parece un signo de eclesialidad y de comunión?
Sí, la verdad me encantan las circunstancias. Entre los que nos ordenamos hay diocesanos, del Camino Neocatecumenal, y de los discípulos de los corazones de Jesús y María. Me da gusto ordenarme en mi Iglesia diocesana, en la cual trabajo ahora y junto a otros que por diversos caminos vamos pastoreando hacia el mismo redil. Agradezco la acogida del Cardenal Osoro y sí veo en ello un gesto de comunión muy claro.

¿Qué es lo primero que quisiera hacer en cuanto se haya ordenado diácono?
¿Vendrá su familia para abrazarla?
No me lo había preguntado. Creo que lo primero que me gustaría hacer es bendecir, poder dar algo más de lo que yo soy a quienes quiero. Sí vienen mis padres y es un gran gusto. Otro gran gusto es el de los jóvenes que han dicho que irán y los compañeros de trabajo y amigos, soy nuevo aquí y han salido más personas de las que hubiese pensado. Es una gran prueba de la generosidad con la que Madrid me ha sabido acoger y me toca profundamente su cariño y amistad. Me da gusto compartir este momento con gente que aprecio tanto.

¿Se queda este curso que viene en Madrid? ¿Le tendremos como diácono después como presbítero en el Everest?
A lo mejor es pregunta para mis superiores… pero sí, en principio cuando fui destinado a mi labor como Instructor de formación del bachillerato en el Everest y director de sección de jóvenes, me indicaban que venía por los tres años reglamentarios de asignación, así que no se prevé un cambio por el momento y todo parece indicar que aquí seguiré el siguiente año, Dios mediante.

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