El Sumo Pontífice ha tomado la parábola de Lázaro y el rico para recordar que "la primera invitación es la de abrir la puerta de nuestro corazón al otro, porque cada persona es un don". También señala en la figura del rico la ceguera que causan la codicia y la soberbia en el corazón del hombre que está apegado a la riqueza y el dinero.
El Santo Padre ha aludido al valor atemporal de la parábola de cara al Miércoles de Ceniza y a este tiempo litúrgico porque "nos invita a vivir una experiencia semejante a la que el rico ha vivido", escribe Francisco.
En este sentido, la Cuaresma es una llamada al encuentro con la Palabra, una "fuerza viva", continúa el Papa, porque "la raíz de los males del rico está en no prestar oído a la Palabra de Dios; esto es lo que le llevó a no amar ya a Dios y por tanto a despreciar al prójimo."
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