Continuamos
con la presentación de los diversos materiales que ha preparado la Comisión
Central para la revisión de los Estatutos del Movimiento. Recordamos que el primer
tema fue “La identidad eclesial de los laicos”; el segundo, “El apostolado de
los laicos”. Y ahora, el tercero lleva por título “La
Iglesia como misterio de comunión”. Es sin duda un aspecto fundamental para
la reflexión: nos va a mostrar cómo es nuestra vida en relación con Dios y con
el resto de quienes profesamos la misma fe católica.
Como
explica el subsidio, “es muy importante comprender que la Iglesia es un misterio
de comunión, porque nuestra vocación laical y el carisma del Regnum
Christi sólo tienen sentido en la Iglesia, y la Iglesia es comunión de
vocaciones y de carismas en el amor de Dios. Estamos llamados a vivir nuestra
vocación y nuestro carisma en comunión con las demás vocaciones y carismas.
Incluso, no podemos comprendernos en profundidad a nosotros mismos si no es a
la luz de los demás; no podemos entender nuestra identidad, misión y carismas
si no es en la comunión de la Iglesia”.
El
texto que se nos presenta para la reflexión, por tanto, explica el concepto de
‘comunión’ y hace un repaso de cómo se ha entendido a lo largo de la Historia
de la Iglesia. Sin duda no se hacía el mismo énfasis en los primeros tiempos en
los que la Iglesia entendía la comunión como algo más espiritual, que en la
época de la reforma protestante, momento en el que había que reforzar el
concepto de unidad, de “comunión”, entre todos los católicos.
La noción de comunión eclesial
El
tema se inicia explicando en primer lugar el ‘misterio’ de la Iglesia. Hablamos
de ‘misterio’ cuando nos referimos a una realidad revelada por Dios con valor
salvífico para nosotros y que nosotros la conocemos por la fe. En este caso,
tal realidad es la Iglesia.
Popularmente
hablamos de comunión haciendo referencia a la Eucaristía. Es correcto, pero en
este caso nos referimos a una manera de entender a la Iglesia misma: al
conjunto de los bautizados que conformamos la Iglesia Católica. De hecho, el
Concilio Vaticano II señala cinco maneras diferentes de entender la Iglesia: la
Iglesia como pueblo de Dios, la Iglesia como Cuerpo místico de Cristo,
la Iglesia como sacramento universal de salvación, la Iglesia como la
vid y los sarmientos, y la Iglesia como comunión. Las cinco buscan
expresar la Iglesia como esa realidad revelada por Dios para nuestra salvación.
Lo que la comunión no es
El
subsidio señala el riesgo de reducir el concepto de comunión sólo a:
-
La
complementariedad visible entre los estados de vida en la Iglesia, a la
colaboración práctica en algunos quehaceres o a la distribución operativa de
tareas. Esto sería reducir la comunión a algo superficial y pragmática.
-
Tampoco
reducirlo a un sentimiento interior, a un presupuesto intelectual o a una
aseveración fideísta. Sería reducir la comunión a una dimensión espiritualista
y en definitiva individualista.
-
Otro
error sería identificar la comunión con compañía, comunicación, convivencia o
con la empatía y la amistad; en tal caso, adoptaríamos una visión
horizontalista y naturalista de la vida eclesial.
-
Igual
de erróneo sería interpretar la comunión como uniformidad, sumisión a la
autoridad o silenciamiento de las minorías; porque equivaldría a reducir la fe
a ideología, y la vida eclesial, a sistema de poder.
Lo que sí es
En
cambio, el subsidio explica que la comunión eclesial es:
-
Participación
en el amor trinitario que, a través de la Iglesia, se derrama por el mundo
atrayéndonos a la unión con Dios y con los demás.
-
Es
fundamentalmente la “comunión de los santos” en virtud del Espíritu Santo.
-
Es
“comunión de vida, de caridad y de verdad” instituida por Cristo para ser
instrumento de redención universal y extenderse por todo el mundo siendo en ella
luz y sal.
-
Es
fraternidad en Él que nos hace partícipes de la vida divina como hijos
adoptivos del Padre conforme a su designio, anticipo e inicio de la
congregación eterna “en una Iglesia universal en la casa del Padre”.
“Por
esto –explica el subsidio-, la comunión se edifica con la donación recíproca,
consciente y libre de los fieles por caridad cristiana fundada en la fe de que
nos pertenecemos unos a otros en Cristo”. Y señala el ejemplo del propio Papa
Francisco que nos ha invitado desde el inicio de su pontificado a todos los
hombres a cuidarnos unos a otros, como hermanos en humanidad, y mucho más a los
cristianos, a abrirnos al Espíritu Santo de la unidad y de la diversidad, al
Espíritu de la armonía.
Concepto de comunión en la Historia
de la Iglesia
Uno
de los temas que desarrolla el documento es justamente cómo ha evolucionado o
cómo se ha visto la comunión a lo largo de los tiempos. Y sobre todo cómo se
entiende en este momento, después del Concilio Vaticano II. Se aborda para ello
la exhortación apostólica Christifideles laici (1988), el Catecismo de
la Iglesia (1992) o la carta apostólica Novo Millennio Ineunte (2001),
entre otros documentos.
Finalmente
el subsidio ofrece unas lecturas de apoyo para iluminar todo lo que se
planteado anteriormente.
Para
acceder a los subsidios, puedes hacer clic aquí.
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