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La Legión de Cristo vuelve a caminar sola
En la carta con la que comunicó la aprobación a los 1.794 legionarios (511 menos que en 2008, su año de mayor expansión), el director general, el mexicano Eduardo Robles-Gil, explicó que las Constituciones describen “para cada uno de nosotros el modo propio de vivir la vida religiosa en la Legión, siendo así el camino que nos guía hacia la santidad y la fecundidad apostólica al servicio de la Iglesia y de los hombres”. Significan el fin de la etapa más difícil y dolorosa para la congregación y ofrecen el marco donde desarrollar la vida del instituto. “Un reto importante será acostumbrarnos a que no todo estará establecido en las normas, como ocurría antes. Ahora habrá que tener mayor flexibilidad y creatividad individual. Cada uno es responsable de desarrollar el carisma y aplicarlo a los signos de los tiempos. Será positivo para atender mejor a las Iglesias locales y cumplir con las distintas prioridades que van marcando las conferencias episcopales”, asegura a Vida Nueva Benjamín Clariond, portavoz de la Legión.
La invitación a asumir una mayor responsabilidad propia viene del adelgazamiento normativo al que han sido sometidas las Constituciones (de 872 artículos a 235). El cambio también ha sido en las formas, pues se ha eliminado el anterior “tono exhortativo”. Los nuevos textos ponen fin al modo de ejercer la autoridad que Maciel llevó a la práctica y puso como ejemplo. Ahora se siguen mejor las disposiciones del Derecho Canónico, al evitar la multiplicación de oficios auxiliares, garantizar que los superiores se nombran tras realizar consultas apropiadas y dar más responsabilidad a los directores territoriales, así como subrayar la importancia de los consejos y de la rendición de cuentas.
En las 110 páginas de las Constituciones no se hace mención a Maciel. Ni siquiera a su doble vida, pues, al tratarse de un texto legislativo, “no son el lugar para pronunciarse” sobre estos asuntos. La Legión remite a la contundente declaración sobre el fundador del Capítulo General concluido en febrero (VN, nº 2.882), cuando rechazó sin ambages su comportamiento y pidió perdón a las víctimas. Sobre la dificultad para separar su figura del carisma de los legionarios, las Constituciones recuerdan la Lumen Gentium, cuando dice que estos juicios competen a “quienes tienen la autoridad en la Iglesia”. El propio Benedicto XVI hizo esa distinción en su libro-entrevista Luz del Mundo (2010).
El encaje canónico de Regnum Christi
Una vez aprobadas por la Santa Sede las Constituciones, la única supervisión directa que quedará sobre la Legión será la del jesuita italiano Gianfranco Ghirlanda, nombrado el pasado julio asistente pontificio para asesorar al gobierno general de la congregación durante los próximos años. Uno de los principales cometidos de Ghirlanda será encontrar un encaje canónico que aclare cuál debe ser el lugar de los laicos del movimiento Regnum Christi y su relación con las otras realidades principales del instituto, los sacerdotes religiosos y los laicos consagrados. Este proceso se encuentra ahora en su fase de discernimiento inicial y se prevé que concluya en Pentecostés de 2016.
La Iglesia, de manera “muy prudente”, ha querido dejar pasar este tiempo para que el marco que finalmente se cree para esta numerosa realidad eclesial sea “la que más se adapte a su vida y no se trate de una solución diseñada en un laboratorio”, cuenta Benjamín Clariond, portavoz del instituto.
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