Paula y Javier, en el centro de la imagen |
“Nosotros fuimos a las misiones de Familia Misionera como novios y vivimos esta experiencia como preparación para nuestra boda que sería justo una semana después.
Nos daba pereza, la verdad, pero pensamos que la vida está para entregarla y que no podemos dejar que la fe muera en España por pereza.
Fuimos a Teruel y allí conocimos un grupo de matrimonios que nos inspiraron, gente entregada y alegre, en quienes veíamos un modelo. Nos acogieron con mucho cariño y nos hicieron sentir como en casa.
También recordamos con cariño a Elkin, el párroco de Montalbán. Un colombiano con corazón misionero que pasa sus días de casa en casa saludando y evangelizando a los habitantes del pueblo. Es muy bonito ver cómo de Europa se llevó la fe a América y ahora ellos vienen a traérnosla de vuelta.
Se habla mucho de la España olvidada, para nosotros fue un recordatorio de que esa España existe y Dios no la olvida. Desde entonces la llevamos en nuestro corazón y rezamos por esos sacerdotes que están tan solos intentando instaurar el Reino de Cristo en esos pueblos perdidos.
No teníamos mucha experiencia evangelizando y fueron los niños los que nos enseñaron cómo hacerlo. Los niños… y sus padres. Recorrían las calles llenando de esperanza y alegría los corazones de sus gentes, hablándoles del amor de Dios.
Da pereza, sí, pero vuelves a casa con la sensación de haber rozado el cielo.
Este año repetiremos”.
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