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Sus primeras palabras fueron por supuesto para las víctimas. Y las demás condensaron una gran autocrítica a la manera de cómo la Iglesia ha afrontado este tema y sigue afrontándolo en algunos países. En una contundente y directa intervención habló de los abusos en la Iglesia de forma genérica y concretó el estado actual. También reivindicó una mayor necesidad de la formación y la prevención; explicó el trabajo del Centro para la protección del niño de la Universidad Gregoriana en el que trabaja y, por último, motivó a los presentes.
Aportó algunas cifras genéricas del problema de los abusos a menores en la sociedad y en la Iglesia que ayudaron a dimensionar la cuestión. Avisó de que es un problema que ha venido para quedarse y que afectará a todas las diócesis, a pesar de que algunas piensen que no les va a afectar. Considera Zollner que todos los creyentes tenemos algo que aportar y hacer en este tema para proteger y ayudar a las víctimas. Y fue crítico con la manera disgregada en que las distintas instituciones eclesiales están afrontando este problema.
Repasó la historia de las crisis de abusos grandes de las diferentes diócesis en la Iglesia, alcanzando, según su punto de vista, el punto álgido en 2018. También abordó las conclusiones del encuentro sobre esta cuestión mantenido en Roma los pasados 21-24 de febrero. Desmontó algunas de las reacciones clásicas y equívocas habituales de creyentes ante los abusos y animó a los muchos asistentes a trabajar conjuntamente para proteger a los menores en el seno de la Iglesia.
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