“En mi casa, mi padre sobre todo siempre nos ha inculcado la importancia de ir a misa y creer en Dios. En su vida tuvo experiencias que le hacían ser profundamente creyente y, a día de hoy, defiende su fe a donde quiera que va.
La misa no faltaba los domingos en casa. Pero con 18 años me fui a estudiar a Madrid y allí me separo un poco del camino de Gracia que Dios tenía preparado para mí. Supongo que la juventud influyó y el pensar que lo sabía todo...
Después conocí a Diego y nos casamos. Seguí apartada de mi camino de gracia. En 2011 nació Diego, nuestro hijo mayor, con una grave cardiopatía denominada Tetralogia de Fallot. Lo operan con 10 meses en Madrid durante 9 horas a corazón abierto. Fue el gran disgusto de nuestra vida y se iba a convertir en nuestra gran lucha. Después nacen Pelayo y Santiago, y son otras dos bendiciones de Dios.
En junio pasado operaron de nuevo a Diego y, en Madrid, en el hospital, siento que Dios me llama de nuevo y me indica el camino que tengo que retomar. En ese momento mi vida da un giro. Tengo que devolver a Dios todo lo que él me ha dado porque Diego, a pesar de todo, hace vida casi normal. En la amargura encontré el camino y la Luz.
A principios de curso, una circular anunciaba los cursos de confirmación y no lo dudé: el Señor me está esperando. A partir de ahí todo va sobre ruedas y el Espíritu Santo me va guiando. Yo sólo tengo que seguir sus pasos. El colegio ha sido fundamental al facilitarnos la confirmación y tener a Yoli, consagrada, como catequista que ha hecho que retomara con pasión lo que un día había dejado por el camino”.
Enhorabuena Susi, por todo, por Diego que sigue su vida con fuerza, por tí, por tomar la decisión de seguir a Cristo y tener también la fortaleza de estar ahí firme en la adversidad, acompañada por la gracia del Espíritu Santo y guiada por Yoli, esa consagrada que tanto te ayuda y compartimos en la Sección del R.C, y qué es una bendición que Dios ha puesto en nuestro camino. Un abrazo y mis oraciones por vosotros
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