6 de diciembre de 2016

Agnese, Beata y Ádám, tres jóvenes para los que el voluntariado es un estilo de vida

Se llaman Agnese Resta-Corrado y viene de Italia, Beata Aleksiejuk, de Polonia, y Ádám Lancsák-Düh, de Hungría, y son tres de los voluntarios que ayudan a hacer posible la labor de la Fundación Altius Francisco de Vitoria. Forman parte del Servicio de Voluntariado Europeo y estarán hasta el verano de 2017 poniendo al servicio de los demás sus conocimientos y habilidades.

Ádám y Agnese trabajan en el programa de entrega de alimentos a familias en riesgo de exclusión social. Por su parte, Beata atiende en recepción a las docenas de asistentes que acuden cada día a Altius buscando ayuda para conseguir empleo.

Para los tres, el ritmo de trabajo suele ser intenso. No obstante, siempre muestran entusiasmo y buena disposición en sus labores: “Aquí puedo ayudar a otros a mejorar sus vidas. Estoy trabajando y ganando nuevas habilidades y al mismo tiempo soy útil para mi entorno.”, afirma Beata.


Cada día tienen que lidiar con historias muy duras, personas que llevan años sin encontrar trabajo, familias que apenas pueden llegar a final de mes: “Recuerdo una ocasión en la que una mujer me dijo que no podía recibir alimentos frescos porque no tenía nevera”, nos cuenta Ádám.

Por anécdotas como esta, Agnese considera que para hacer voluntariado hay que tener gran vocación y sensibilidad: “Es un estilo de vida. Hay que ver las cosas de una forma diferente y tener mucho entusiasmo además de tacto con las personas para las que trabajamos, porque no sabemos lo difíciles que son sus vidas”, explica.

Sobre la labor de la Fundación Altius
En Altius, la asistencia a los usuarios es integral. Se les ayuda a cubrir sus necesidades básicas a la vez que se les orienta para conseguir su inserción socio-laboral. Este esquema de trabajo es muy valorado por los tres jóvenes: “Creo que es mejor ayudar a las personas a valerse por sí mismas y poder ganar su sustento”, asegura Agnese. “Ayudar a las personas a encontrar un trabajo, a mejorar sus habilidades de forma gratuita es algo que no se ve a menudo.”, añade Beata.

Desde el punto de vista de Adam, el camino que tienen frente a sí los usuarios de la fundación no es sencillo, pero gracias a los cursos de formación, tienen una oportunidad: “El trabajo es muy bueno. La fundación ofrece estos cursos que ayudan a encontrar empleo. No es fácil, pero es un comienzo que les puede abrir las puertas a los usuarios.”, concluye.

Voluntarios con vocación
A pesar de sus cortas edades, los tres jóvenes cuentan con una amplia trayectoria como voluntarios. Agnese ayudaba a sus padres en una casa de acogida para personas discapacitadas además de trabajar con el Banco de Alimentos de Italia. Desde sus años como estudiante en Polonia, Beata hizo voluntariado en proyectos culturales y en el programa Erasmus. Adam, por su parte, fue voluntario de la Cruz Roja de Hungría y prestó ayuda en la crisis de refugiados que afecta a su país.

Consideran que entre las muchas recompensas que ofrece el voluntariado, una de las más importantes es el agradecimiento de la gente. Tanto Ádám como Beata coinciden en que resulta sumamente gratificante cada vez que un beneficiario da las gracias por el trabajo que hacen.

Los tres no dudan en afirmar que esperan continuar dedicando tiempo y esfuerzo a otros más allá de su experiencia en Altius: “Seguiré haciendo voluntariado, donde quiera que esté y aunque esté trabajando. Se ha convertido en algo muy importante en mi vida”, expresa Ádám.

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