4 de marzo de 2015

La naturaleza, la situación canónica y el lugar de los movimientos en la Iglesia, siguientes temas para la reflexión de los seglares del Regnum Christi

“Los movimientos y las nuevas comunidades eclesiales” es el título del cuarto subsidio que la Comisión Central para la revisión de los Estatutos del Regnum Christi propone para la reflexión de los miembros del movimiento. Su objetivo es “profundizar en la identidad y características principales de los movimientos eclesiales, de manera que comprendiendo mejor su naturaleza y su especificidad, podamos valorar con mayor fundamento la llamada que Dios nos hace al Movimiento Regnum Christi”. Su naturaleza, su situación canónica, sus diferencias con el asociacionismo más habitual en la Iglesia… son algunos de los temas que se abordan en este documento que se puede descargar pinchando aquí.


A lo largo de la historia han surgido diferentes iniciativas inspiradas por el Espíritu Santo según la necesidad de la Iglesia en cada momento histórico. Los nuevos movimientos, y entre ellos el Regnum Christi, surgen en esta perspectiva de comunión y misión de la Iglesia.

En el siglo XX, los movimientos tienen un gran impulso a raíz del Concilio Vaticano II y el posterior apoyo y respaldo de los últimos pontífices, principalmente san Juan Pablo II, Benedicto XVI y, por supuesto, el actual Papa Francisco, quien afirmaba textualmente: “¡Son un don y una riqueza para la Iglesia!”, en sus diferentes y variados carismas, pero siempre dentro del marco de la comunión y misión de la Iglesia.

Ser parte de la Iglesia

San Juan Pablo II marcó unos criterios comunes de eclesialidad para todos estos movimientos y asociaciones, los cuales vemos cumplir en el Regnum Christi y que nos reafirman en el proceso de revisión que estamos llevando a cabo.

En primer lugar, la primacía que se da a la vocación de cada cristiano a la santidad. El Regnum Christi ha buscado y busca constantemente la instauración del Reino de Cristo entre los hombres a través de la santificación de sus miembros, y a través de medios muy concretos de formación y espiritualidad.

En segundo lugar, la responsabilidad de confesar la fe, acogiendo y proclamando la verdad de Cristo, de la Iglesia y del hombre, en la obediencia al Magisterio de la Iglesia. El Regnum Christi es un lugar de anuncio y propuesta de la fe, y donde se forma a la persona en todas sus dimensiones, y de forma muy especial, en la apostólica, para salir al encuentro del otro, dando respuesta a las necesidades que la Iglesia expresa.

En tercer lugar, la comunión con el Papa y el Obispo de cada lugar, acogiendo las indicaciones pastorales y enseñanzas, a la vez que adhiriéndose a las diferentes iniciativas que se suscitan. Una relación que en todos los movimientos, en la medida en que caminan y maduran su vivir en la Iglesia, se observa y valora más.

Por último, la necesidad de la presencia laical en la sociedad, en todos los campos: educación, sanidad, política, dando un testimonio coherente de fe, poniéndose al servicio de la dignidad del hombre en todas sus fases de desarrollo.

¿Cuál es la naturaleza de los movimientos eclesiales?
El subsidio también analiza este tema a partir de tres puntos. En primer lugar se examina el lugar de los movimientos en la Iglesia. La respuesta es clara: los movimientos eclesiales encuentran su sentido en la apostolicidad, es decir, contribuyen a asegurar la continuidad de la misión de Jesús de hacer discípulos a todas las naciones y de llevar el Evangelio a los confines de la Tierra. Y de esa apostolicidad es de donde surge el vínculo particular que une a los miembros con el Sucesor de Pedro.

Un segundo aspecto es el de la complejidad de la definición de los movimientos. Está clara la definición de lo que es una congregación religiosa, una parroquia, un presbítero, una monja… Pero no es tan claro un consagrado laico, un matrimonio misionero, una comunidad en la que conviven sacerdotes, consagrados, matrimonios… El todavía cardenal Ratzinger afirmaba que “se debería evitar la propuesta de una definición demasiado rigurosa, ya que el Espíritu Santo siempre tiene preparadas sorpresas, y sólo retrospectivamente somos capaces de reconocer que detrás de la gran diversidad hay una esencia común”. Por su parte, san Juan Pablo II, en 1998, señalaba que un movimiento es “una realidad eclesial concreta en la que participan principalmente laicos, un itinerario de fe y de testimonio cristiano que basa su método pedagógico en un carisma preciso otorgado a la persona del fundador en circunstancias y modos determinados”.

Y el tercer elemento que entra en lid para el subsidio, y que es uno de los grandes temas a resolver en la Iglesia, es la configuración canónica de estas realidades que por su complejidad son muy difíciles de encasillar. Partimos de que el Derecho Canónico, los movimientos no aparecen mencionados expresamente. Estos, se suelen constituir canónicamente como asociaciones de fieles, aunque no todas las asociaciones de fieles sean movimientos, puesto que efectivamente los fieles pueden asociarse con fines espirituales y apostólicos.

Son realidades complejas, porque como sucede en el Regnum Christi, en su seno se encuentran laicos, religiosos, sacerdotes, consagrados, matrimonios, jóvenes, mayores, hombres, mujeres… Son realidades muy heterogéneas que “se distinguen de lo que podríamos definir como ‘asociacionismo tradicional’, que, a lo largo de la historia de la Iglesia, ha producido asociaciones de apostolado organizado y especializado (por ejemplo, Acción Católica y las diversas formas de asociación nacidas dentro de ésta), de género (Unión Mundial de las Organizaciones Femeninas Católicas, la Federación Internacional de los Hombres Católicos), de categorías laborales o profesionales (maestros católicos, médicos católicos, farmacéuticos católicos, etc.), entre otras”, señala el subsidio.

Finalizamos con un texto del Papa Francisco en la Evangelii gaudium: “En la medida en que un carisma dirija mejor su mirada al corazón del Evangelio, más eclesial será su ejercicio. En la comunión, aunque duela, es donde un carisma se vuelve auténtica y misteriosamente fecundo”.

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