Los chicos venían de Barcelona, Sevilla, Madrid, Ávila y Salamanca, y participaron en todo tipo de actividades. Algunas de carácter espiritual, como adoración eucarística o conferencias en las que trataron temas como la vocación o qué es un centro vocacional. Pero también tuvieron tiempo para participar en una gimcana por Valencia, visitaron la catedral, subieron al Miguelete y contemplaron el Santo Grial; jugaron al fútbol, fueron a la playa… y, por supuesto, degustaron paella Valenciana.
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Yago Solá, otro de los seminaristas menores, al concluir la convivencia, explicaba que “hemos vivido un fin de semana lleno de aventuras en el que seguramente Dios ha tocado el corazón de muchos chicos que han sentido una posible llamada al sacerdocio. Ahora toca rezar para que esos chicos sean valientes y sigan al Señor”.
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