Al principio de su homilía explicó que “hoy me acogéis a mí como padre, hermano y pastor. ¡Gracias! Que sigamos haciendo de Madrid un lugar de encuentro, de acogida, de promoción de todo ser humano, regalándole la dignidad que Dios ha puesto en cada persona”. Y les invitó “a tener a Dios como valor absoluto y descubrir que es desde Dios desde donde el ser humano alcanza la dignidad más grande, tal y como nos lo ha revelado nuestro Señor Jesucristo”. “Vamos a seguir haciendo que la Palabra resuene, que se conozca a Jesucristo, que los hombres lo acojan como el tesoro más grande que cambia la vida y la historia, continuando las huellas de quienes antes que yo os han acompañado como pastores, testigos y maestros”.
“No defraudemos a los hombres en este momento de la historia, que puedan encontrar las puertas abiertas de la Iglesia, para que puedan percibir que envuelve su vida la misericordia de Dios, que no están solos y abandonados a sí mismos, que tengan la gracia de descubrir en qué consiste el sentido de una existencia humana plena, iluminada por la fe y el amor del Dios vivo: Jesucristo”. Y ha exhortado a “vivir todos juntos dejándonos abrazar por el amor de Dios”.
Os necesito
“Tenemos el mandato de hacer recobrar a los hombres la confianza, la esperanza, la alegría del Evangelio, el encuentro entre los hombres, construir la cultura del encuentro”. Y “lo hemos de hacer con paciencia, sin reproches, siempre con amor, esperanza, alegría y misericordia, saliendo permanentemente a buscar a los hombres, encontrándonos con los hombres en las realidades en las que están viviendo… Urge anunciar a Jesucristo”.
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“Os necesito: juntos estamos llamados a construir la civilización del amor, la cultura del encuentro”. Porque “no basta solamente con ser buenos y generosos, hay que ser audaces, inteligentes, capaces y eficaces. Pero con la bondad, la generosidad, la inteligencia, la capacidad y la eficacia que nos regala y de las que nos llena Jesucristo. Acoger su gracia, su amor, da a la existencia humana otra sensibilidad y otra manera de afrontar todo… Todo puede cambiarse; se comienza por el cambio de sí mismo, viviendo con una mente abierta y con un corazón creyente”. Y ha afirmado que “los santos han hecho las revoluciones más verdaderas y los cambios más grandes”.
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Para ello, “hay que tener el corazón de Cristo”. Y es que, “sin corazón nos hacemos indiferentes”. Todo esto “se puede hacer si cultivamos y construimos la cultura del encuentro, donde el acuerdo es más importante que el conflicto, donde la unidad tiene más fuerza que la dispersión. Estamos llamados, y os invito a descubrir juntos, cómo pasar de una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente misionera, ya que la salida misionera es el paradigma de toda obra de la Iglesia. Seamos audaces y creativos, no caminemos solos”.
Gracias a todos
Por ello, manifestó su agradecimiento, además de al presbiterio diocesano, “a los miembros de la vida consagrada, monjes y monjas, religiosos, religiosas, institutos seculares, sociedades de vida apostólica, nuevas formas de vida consagrada y vírgenes consagradas”. Así como a “todos los misioneros que en diversas partes del mundo habéis salido de esta Iglesia que camina en Madrid para realizar la misión ad gentes”.
A los laicos les dijo: “Sois la mayoría en el Pueblo de Dios. Estáis presentes en todos los ambientes y estructuras de este mundo. Sed discípulos misioneros allí donde estéis. Sed valientes” y “no caminéis solos”. Además, les ha animado a no tener “actitudes de lloro y desaliento, seamos audaces y creativos, hagamos posible que las familias cristianas sean familias misioneras que salen de sí mismas, realizan gestos evangélicos, en las que sus miembros se acompañan en todos los procesos de sus vidas, celebran todos los pasos de su vida cristiana, dialogan, acogen, miran respetuosamente, oran juntos, saben reconocer juntos las huellas de Dios, celebran el día del Señor, el domingo, con expresiones que fortalecen su amor, un amor que ha de expandirse”.
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Cita con los jóvenes todos los meses
También se dirigió de manera especial a los jóvenes, a quien ha exhortado a “poner en práctica el ‘mandamiento nuevo’. Oponeos a lo que parece hoy la derrota de la civilización, reafirmando con energía la civilización del amor y la cultura del encuentro. Dad un testimonio grande de amor a la vida, don de Dios, luchad contra la pretensión de hacer del hombre el árbitro de la vida del hermano”. Y les comunicó que todos los meses mantendrá encuentros con ellos, a las 10 de la noche, en la Catedral.
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