Son unos veinte peregrinos entre novicios, formadores y algunos jóvenes con inquietudes vocacionales que se han querido sumar. La idea surgió un poco de todos, pero principalmente fue el P. Miguel Segura, L.C., el sacerdote encargado de la pastoral vocacional en España, quien más motivó que se hiciera.
Continuar con la experiencia de Cristo
LomásRC ha preguntado a los peregrinos que nos expliquen qué esperan del Camino. Uno de ellos señala que “hago el Camino para profundizar en la experiencia de Cristo que estoy haciendo en el noviciado, y para pedir la gracia a Dios de que siga concediéndome la fe, la voluntad y la generosidad suficientes para seguir respondiendo con un sí”. Por su parte el P. Enrique Tapia, L.C., rector del noviciado, explica que “para los novicios espero que sea una buena experiencia espiritual, humana y de apostolado. Para mí –continua este sacerdote burgalés-, no pido nada especial, lo que Dios quiera”.
Entre risas otro de los formadores del seminario nos explica que “lo primero que pienso es que voy a sufrir un poco por la ampollas, el cansancio y demás, pero yendo más a fondo, voy buscando una nueva experiencia de Cristo en una peregrinación centenaria y a ayudar a los demás en lo que se necesite”.
Un ritmo exigente
Los peregrinos se van a levantar temprano. En torno a las seis de la mañana, para rezar y desayunar. Y después, caminar, rezar, recuperar algo de fuerzas y llegar al destino para tener la Eucaristía, ese alimento del peregrino que no puede faltar y, finalmente, poder recuperar fuerzas.
En el noviciado han preparado una guía para los peregrinos con las intenciones que les han solicitado y que se puede seguir enviando al P. Enrique Tapia, las oraciones de cada día y, como no podía faltar, un detalle de la caminata de cada día, con mapas, sitios a visitar y demás.
¿Les acompañamos?
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