28 de junio de 2014

28 de junio, Peregrinación a Santiago: Inmaculado Corazón de María, nuestra referencia en el Camino

Arzúa - Monte do Gozo (34.6 km)

Esta mañana ha empezado con lluvia. A ver cómo sigue la jornada. Los novicios saben y ahora lo experimentan de forma más física y palpable que el Camino tiene dificultades. Su oración, hecha con los primeros rayos de sol, se ha centrado en las tentaciones de Jesús en el desierto. Parece que Dios no ha dejado nada al azar… “Es una tentación frecuente –leen en el texto- poner nuestros intereses materiales por delante de los bienes del espíritu. Tenemos que convencernos de que lo más importante que hemos de hacer cada día es alimentar nuestro espíritu con la oración y la Eucaristía. Después viene todo lo demás: las relaciones familiares y sociales, el trabajo, la comida, el descanso, que sabremos convertir en ocasiones de agradar a Dios y servir a los demás”. Es la enseñanza de Jesús y la lección de vida para con quienes nos acompañan en el Camino.






Hoy no hay que olvidar un aspecto también importante y al que los hermanos le van a dedicar un interés especial. En el Camino nunca estamos solos: están los nuestros –los novicios y sus formadores-, están quienes encontramos peregrinando –los italianos, por ejemplo, que en estos días han compartido la Eucaristía y la amistad-… Pero aún así hay alguien más: María Santísima, la madre que nos acompaña siempre y de la que hoy celebramos la fiesta de su Inmaculado Corazón. Dice san Bernardo: “Si se levantan los vientos de las tentaciones, si tropiezas con los escollos de la tentación, mira a la estrella, llama a María. Si te agitan las ondas de la soberbia, de la ambición o de la envidia, mira a la estrella, llama a María. Si la ira, la avaricia o la impureza impelen violentamente la nave de tu alma, mira a María. Si turbado con la memoria de tus pecados, confuso ante la fealdad de tu conciencia, temeroso ante la idea del juicio, comienzas a hundirte en la sima sin fondo de la tristeza, o en el abismo de la desesperación, piensa en María. En los peligros, en las angustias, en las dudas, piensa en María, invoca a María. No se aparte María de tu boca, no se aparte de tu corazón; y para conseguir su ayuda intercesora no te apartes tú de los ejemplos de su virtud. No te descaminarás si la sigues, no desesperarás si le ruegas, no te perderás si en Ella piensas. Si Ella te tiene de su mano, no caerás; si te protege, nada tendrás que temer; no te fatigarás si es tu guía; llegarás felizmente al puerto si Ella te ampara”.

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