Manuel
Mi experiencia en Guinea Ecuatorial fue algo que nunca imaginé cuando me apunté con mi monitor espiritual y mi grupo de amigos no sabía lo que me esperaba. Se acercaba la fecha del vuelo y empecé a pensar en la gran aventura que viviría, días antes hice la maleta emocionado y con cuidado para que no me faltase de nada.
Cuando al fin llegamos a Guinea lo primero que sentí fue la gran humedad y calor del país. La primera noche dormimos en un pequeño albergue que nos facilitaron. Sentí una gran familiaridad por parte de todos. ¡Parecía que les conocía de toda la vida! Al llegar al pueblo, Ebebiyin, nuestro destino, lo primero que hicimos fue avisar a los guineanos que habíamos llegado haciéndoles saber que íbamos a estar a su servicio en cualquier momento durante nuestra estancia, la cara de felicidad de los niños es algo que nunca olvidaré: me sentía tan querido que lo único que me apetecía era empezar con la misión.
A la semana ya habiéndonos dado a conocer en todo el pueblo, paseábamos de casa en casa rezando con cada familia por su seres queridos y enfermos, ofreciéndoles algo de comida, de tiempo y regalos como rosarios, denarios y miles de objetos religiosos. Por la tarde, citábamos a los más pequeños de cada casa para hacer actividades en la catedral, donde hacíamos miles de juegos que organizábamos horas antes. También, los adolescentes nos pedían algo de entretenimiento, y aquí llegaba mi parte favorita del día:
organizábamos dos equipos de fútbol mezclándonos misioneros con adolescentes de Ebebiyin. Eran unas pachangas muy divertidas y llenas de tensión en la que había mucha rivalidad; nos confesaron que hacía mucho tiempo que no disfrutaban tanto. Esa satisfacción de hacer lo que me gustaba con gente que me quería y me lo agradecía era algo que sé que no volveré a sentir jamás.
Al acabar el viaje y llegar a España, supe que había ganado tanto dando tan poco. Solamente di una pequeña parte de mí, pero eso fue lo que en realidad me llenó. Ese tan “poco” material se convirtió en un “muchísimo” espiritual.
Gracias a Dios me he vuelto mucho más cercano a Él por esta increíble experiencia y seguramente volveré pronto si es posible.
¡Muchas gracias, Regnum Christi!
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