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24 de abril de 2019

Familia Misionera | Goyo, de Valencia: “En Los Calpes comenzamos a misionar hace tres años en el bar del pueblo, tomando un café con ellos”

Goyo con su familia lleva siete años misionando
en Semana Santa
“A pesar de las lluvias, han sido unas misiones magníficas. La acción del Espíritu Santo nos ha ayudado en todo momento puesto que, a pesar de no haber podido estar en la calle todo lo que nos hubiera gustado, la sola presencia de un grupo tan grande de ‘locos católicos’ con un pañuelo al cuello, entre el frío y el viento, ha transmitido más que si hubiéramos hablado con todas las personas de los pueblos”, explica Goyo, para quien estas misiones han sido las séptimas a las que acude con su familia. Su unidad ha vuelto a la diócesis de Segorbe-Castellón: en total 27 familias acompañadas por el P. Vicente Cortina, L.C., el P. José Luis Maroto, L.C., y las consagradas Jill Dominy y Julian Frommling: 102 personas, 53 de ellas niños.




El clima, nos cuenta, ha influido mucho en la marcha de las misiones. De hecho, “la lluvia dio las dos treguas justas para encender la hoguera el Sábado Santo en Viver y Benafer, y para celebrar la Procesión del Encuentro en Segorbe el Domingo de Resurrección”. En algunos momentos tensó la situación: “En la Vigilia de Viver, la lluvia estaba impidiendo que la hoguera se encendiera y la gente empezaba a ponerse inquieta y todos daban ideas de qué hacer, con el barullo correspondiente. Entonces a uno de nuestros monaguillos se le ocurrió decir: ‘Vamos a rezar un Ave María para calmarnos, que seguro que ayuda”. Todos se quedaron de piedra, volvió la calma, y hasta la hoguera se encendió.

El mal clima ha influido mucho en las misiones, incluso hasta
en la celebración de la Vigilia Pascual
Goyo nos explica con emoción el trabajo que se hace en algunos pueblos, como Los Calpes, una localidad del Alto Mijares en la que viven 20 personas durante invierno, pero que este año a la Misa del Domingo de Resurrección acudieron 50 personas… “Aquí comenzamos a misionar hace tres años, y la primera vez que fuimos nos recibieron de manera hostil, así que decidimos entrar en el bar del pueblo, tomarnos un café con ellos, hablar de la cosecha de la aceituna y de cómo iban las partidas de guiñote”. El resultado fue que “al día siguiente ya tuvimos un buen número de personas en la iglesia”. Pero es que este año, continúa el misionero valenciano, “una de las señoras de Los Calpes pidió que fuéramos a rezar el Via Crucis con ellos, pues hace muchos años que no lo hacen”. Lamentablemente no fue posible, pues ya lo tenían comprometido en Villanueva de Viver. “Sin embargo su inquietud fue suficiente para que ellos mismos se organizarán en un momento y también lo hicieran este año”. Los misioneros ya se han comprometido para ir el año que viene con ellos. 

Para concluir, le preguntamos acerca de lo que supone hacer misiones en familia. Para él, “acompañar al Señor en comunión con otras familias, acompañados de nuestros sacerdotes y consagradas, fortalece nuestro matrimonio y nuestra fe”. Además, “para nuestro hijo, desde bien pequeño, dar testimonio de su fe a otras personas, sin ningún tipo de rubor, y su ilusión de volver cada año nos confirma que esta experiencia le hará ser un adolescente y un joven con una fe fuerte, con la ayuda del Señor”.



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