Hay diferentes perdones, explica la directora del colegio: “El perdón de voluntad, como el de Irene Villa, que no puede olvidarlo, ya que lo ve a diario al ver sus piernas, pero no puede pasar la vida odiando a los que le hicieron eso, así que los perdona” y con ello se libera.
También está el perdón psicológico: “En Ruanda, a una señora el vecino le mató a sus seis hijos. En el proceso de paz, él buscó su perdón, y ella lo perdonaba si él la acompañaba a Misa”, y es que el perdón se ve en la comunión, en la unión con Dios.
Los cristianos, y la humanidad en general tenemos a Cristo como modelo de perdón “para que yo pueda perdonar. El perdón nace de la relación con Cristo, de sentirse perdonado por Él: para Él el fallo esta olvidado”. Ahora bien, esto es una gracia y, por tanto, “tenemos que pedirle al Señor que nos ayude a saber perdonar”.
El perdón en la familia
Entre padres e hijos no hay sacramentos, porque es tan brutal la unión que no es necesario, sin embargo “en el matrimonio sí es necesario”. La caridad conyugal brota del Espíritu Santo: “En el matrimonio, ella tiene que llevar a él al cielo y él a ella: tienen que vivir la caridad de Cristo juntos. Hay que llegar a la plenitud de la caridad espiritual juntos”.
Fidelma pidió a los asistentes “nunca acostarse sin pedir perdón el uno al otro. Si ha pasado algo, te quedas en paz, aunque tardes en calmarte, pero ya has perdonado. Cuando tu te acercas, el otro se alegra”.
Señalo que “vivimos en un mundo individualista e inmediato, sin embargo el perdón no es así, esto hay que aceptar que tiene un proceso”. Y también recordó que “el perdón no es negar la ofensa: el que perdona es una persona que busca y necesita la paz y para ello tiene que perdonar, y el perdonar no es debilidad”.
Hay un camino duro, reconoció Fidelma, pero se llega a la paz y ahí está el perdón. Recordó que “Cristo resucitó con las heridas de la pasión, nos redimió del pecado y nos perdonó, pero sus heridas estaban ahí. Y justamente, al pie de la cruz, descubrimos la misericordia de Dios: a un lado, la Virgen María, pureza total, en medio san Juan, y al otro lado, María Magdalena, pecadora pública: es esperanzador que entre una y otra cabemos todos”.
Fidelma pidió a los asistentes “nunca acostarse sin pedir perdón el uno al otro. Si ha pasado algo, te quedas en paz, aunque tardes en calmarte, pero ya has perdonado. Cuando tu te acercas, el otro se alegra”.
Señalo que “vivimos en un mundo individualista e inmediato, sin embargo el perdón no es así, esto hay que aceptar que tiene un proceso”. Y también recordó que “el perdón no es negar la ofensa: el que perdona es una persona que busca y necesita la paz y para ello tiene que perdonar, y el perdonar no es debilidad”.
Hay un camino duro, reconoció Fidelma, pero se llega a la paz y ahí está el perdón. Recordó que “Cristo resucitó con las heridas de la pasión, nos redimió del pecado y nos perdonó, pero sus heridas estaban ahí. Y justamente, al pie de la cruz, descubrimos la misericordia de Dios: a un lado, la Virgen María, pureza total, en medio san Juan, y al otro lado, María Magdalena, pecadora pública: es esperanzador que entre una y otra cabemos todos”.
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