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12 de diciembre de 2017

Ordenaciones sacerdotales | Entrevista al P. Nicolás Núñez: los retos “me impulsan a buscar soluciones y encontrar los mejores modos para que Cristo reine en cada corazón”

A unos días de su ordenación sacerdotal, el P. Nicolás Núñez, L.C., atiende a LomásRC para explicarnos sus sentimientos en estos momentos, los retos que le plantea Dios tras su ordenación e, incluso, cuál es el sacramentos que más le impacta. Fruto de esa pasión sacerdotal podemos escucharle diciendo que “es una inmensa alegría poder dar a los hombres lo más sublime que les pudiese dar, algo a lo que jamás hubiese aspirado o llegado, y que les puede transformar no sólo la vida, sino la eternidad”. Todavía no hay una fecha fijada para su Cantamisa” en Madrid, pero piensa que “la primera misa más solemne que celebre en Madrid debería ser para los jóvenes como auditorio principal, pues con ellos trabajo y les debo mucho”.


Bueno, ya ha llegado el momento ¿cómo se siente?

Es realmente un torpedeo de sentimientos muy diversos: por un lado llega este momento tan crucial que tanto he soñado, meditado, estudiado, esperado por casi veinte años, con la alegría y felicidad que conlleva; pero también soy muy consciente de lo que implica, que más allá del boato inicial, lo profundo es subir a la cruz con Cristo a crucificarme con Él. Para mí no es una metáfora, ni un “cliché” es lo más real que siento, pero con la inmensa alegría del que tiene un gesto de amor. Es un honor inmenso esta elección de Dios para representarle, para estar eternamente, para siempre, junto a Él en la cruz. Es una inmensa alegría el poder dar a los hombres lo más sublime que les pudiese dar, algo a lo que jamás hubiese aspirado o llegado, y que les puede transformar no sólo la vida, sino la eternidad. ¡Qué privilegio! Creo que, en resumen, lo que siento es confianza en Dios. Tal vez no sea un sentimiento, pero expresa esa mezcla de amor, conciencia de la propia limitación, fe en el otro, entrega, paz. No es un sentimiento estático, sino dinámico; no un simple padecer, sino en el que también hay parte de uno mismo.

¿Qué es lo que más le apasiona de esta definitiva entrega?
Creo que la cantidad de retos actuales que presenta la sociedad, la Iglesia y nuestro mismo movimiento. Me impulsan a luchar, a buscar soluciones, propuestas, a mejorarme, cuestionarme, ponerme en juego por encontrar los mejores modos y medios para que Cristo Reine también hoy en cada corazón. Tenemos que saber responder a estos retos como los grandes evangelizadores de otros tiempos, las personas de hoy necesitan con urgencia encontrarse con Cristo, experimentarle, encontrar la Verdadera Felicidad que les desprenda de lo que son simples sombras de ella. Creo que por más que a veces uno reciba palos y contrariedades, no puedo quedarme quieto. El ver la “especialidad” tan de moda en el mundo, creo que la Iglesia, nosotros, deberíamos tener respuestas de altura para nuestro tiempo.



¿Cuál de los sacramentos le parece más trascendente?
Es verdad, todos los sacramentos impresionan por el sentido profundo de cada uno de ellos, no es cuestión de escalas, todos sabemos el bautismo es la puerta de los demás y la relación tan íntima entre unos y otros, pero también que hay alguno que nos toca más. A mí el que más me tiene impresionado es el sacramento de la reconciliación. Es que además de lo sagrado de la sacralidad del sacramento, está lo sagrado de la persona que tienes delante, del momento de necesidad que pasa, de la inmensa fe y amor que le hace venir a cada persona. Indignamente se te abre lo más sagrado y profundo que hay en cada persona sólo para que les devuelvas el aliento de vida, que les hagas experimentar el amor de Dios, y algo tan delicado pasa por tan frágiles manos en tan breves momentos. ¡Qué finura se tiene que tener! ¡qué tacto! ¡qué lleno de Dios tienes que estar! ¡qué prudente y sabio tienes que ser al tener algo tan delicado en tus manos! Y al mismo tiempo qué frágil y limitado es uno. Es ahí donde la gracia lo debe ser prácticamente todo y tú tienes que colaborar con ella casi sin estorbar. De la Eucaristía se podría hablar de modo semejante, pero es que la confesión me parece que el misterio te envuelve sensiblemente.

¿Qué espera de los laicos en este momento tan importante en la vida del Regnum Christi?
Espero que se animen a ser “sal de la tierra y luz del mundo”, que se animen a tomar cada vez más las riendas, pero no por afán de protagonismo, sino con la humildad de saber que es Dios el Señor y que a unos constituyó profetas y a otros pastores. Espero de los laicos que el vivo deseo que muchos tienen de que les demos espacio para construir cosas grandes vaya acompañado de un deseo de formarse para la misión y de entregarse plenamente en servicio de Dios en su vida profesional, familiar y social. Espero que entre los laicos siga habiendo gente que comprenda el valor de dejar todo por el evangelio, reconociendo que el papel del laico no pasa por el menosprecio de las otras vocaciones en la Iglesia. Espero de ellos que “cambien el mundo desde dentro”; que sean esa sal o esa luz donde sólo ellos pueden llegar, es donde más se necesita, espero que comprendan la responsabilidad tan grande de estar ahí, porque es la única forma como Cristo puede llegar a esos lugares. Por ello a los laicos les repetiría aquellas palabras de San León Magno: “Cristiano, reconoce tu dignidad”, pues espero que comprendan el valor tan grande de su vocación y puedan comprender la nuestra como un servicio a ellos y no como una competencia, pues “si la sal se vuelve sosa ¿quién salará la tierra?” Sé que a veces nosotros no les ponemos las cosas fáciles, por eso comencé subrayando la esperanza que tengo en que estén dispuestos a tomar las riendas y asumir un compromiso maduro en la evangelización actual.

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