“Al llegar al lugar donde vamos a hacer el apostolado nos dividimos en grupos y repartimos los bocatas y la bebida –nos explica María-. Cuando vemos a un indigente, el primero que se acerca a entablar conversación y explicarle quiénes somos y qué hacemos es el ‘jefe de ruta’ o quien ha sido nombrado para tener el primer contacto con la persona”. Si el indigente acepta la ayuda, nos explica este chico de ECYD de Barcelona, “nos acercamos todos, le damos lo que tengamos y hablamos un poco con él, nos interesamos por él, por si hay alguna necesidad que podamos resolver y que esté en nuestras manos”. Los jóvenes entablan así conversación y descubren situaciones difíciles, pero también verdaderas historias que les interpelan.
Después de un rato de conversación, continua, “le preguntamos si cree en Dios y si quiere que recemos con él. Si nos dice que sí, rezamos ahí; pero si nos dice que no, nos despedimos y rezamos por él nosotros solos”. Es bueno rezar por la persona que acaban de visitar justo después de despedirse “para no olvidarnos después”, explica.
Finalmente, cuando ya han repartido todos los alimentos que llevan, los chicos y chicas del ECYD regresan al club para compartir las experiencias que han vivido y darse cuenta del tesoro y la responsabilidad que tienen en sus manos.
Finalmente, cuando ya han repartido todos los alimentos que llevan, los chicos y chicas del ECYD regresan al club para compartir las experiencias que han vivido y darse cuenta del tesoro y la responsabilidad que tienen en sus manos.
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