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15 de diciembre de 2016

Magali Lozano, de la Fundación Altius: “Jesucristo me pide estar con los jóvenes que no tienen un sentido para vivir”

"Me llamo Magali y soy de México. Vine a Madrid hace 13 años a estudiar Neuropsicología y llevo 11 años trabajando en la Fundación Altius. En Altius realizamos diferentes proyectos para apoyar a familias en riesgo de exclusión social que lo están pasando realmente mal por la falta de empleo". Así comenzaba Magali el testimonio que dio ante los asistentes a la Misa del domingo de Cristo Rey en Madrid. A continuación puedes leer el testimonio completo en el que cuenta, entre otras cosas, cómo descubre a Jesús en su trabajo, lugar en donde descubre su vocación y en donde ve a Cristo en los alumnos que acuden a formarse a Altius para poder salir adelante en la vida.

"Entre otras cosas, tenemos un programa donde entregamos menús y cestas de alimentos a familias con pobreza extrema. Además contamos con un equipo de profesionales que apoyan a nuestros beneficiarios a encontrar trabajo a través de programas de intermediación laboral. En muchos supermercados ofrecemos una tarjeta llamada 1 Kilo de Ayuda, la recaudación con la compra de esta tarjeta financia diferentes proyectos, algunos de ellos para jóvenes.

Nuestro objetivo más importante es que nuestros beneficiarios encuentren trabajo. Pero somos muy pocos y hay muchas personas que necesitan nuestra ayuda. Ya que os he contado un poco acerca de la Fundación, ahora os quiero contar a compartir con vosotros cómo me encuentro con Cristo en mi trabajo.

Desde hace algunos años en la Fundación Altius trabajo en el área de Formación. Gestiono los cursos, doy seguimiento a los alumnos en las prácticas no laborales e imparto las clases de competencias básicas y transversales para el empleo.

Gracias a Dios tengo el regalo de poder trabajar en un lugar donde puedo cumplir con mi vocación. Dios me ha dado el don de enseñar, de transmitir y es algo que sé desde muy pequeña. Soy mejor persona y cristiana compartiendo lo poquito que sé con mis alumnos. ¡Lo más maravilloso de esto es que ellos me enseñan más a mí de lo que yo les puedo enseñar!

Me encuentro con Jesucristo casi todos los días en el sufrimiento de mis alumnos. El sufrimiento para mí es un misterio, que muchas veces me cuesta aceptar y huyo de él por miedo a la muerte. Nuestros alumnos son personas que, además del desempleo, tienen situaciones familiares, personales y económicas bastante complicadas. Últimamente estamos atendiendo a personas solicitantes de asilo.

Tengo alumnos que han tenido que huir de sus países de origen para salvar su vida, dejando a su familia y a las personas que más quieren.

Cada vez se inscriben más a nuestros cursos personas mayores de 45 años que se encuentran bastante desanimadas porque constantemente se les cierran las posibilidades de un trabajo por su edad.

Este año hemos tenido muchos cursos para jóvenes. Es común encontrarnos con chicos que no viven con sus padres por cuestiones de violencia o jovencitas menores de 20 años embarazadas y solas que no cuentan con ningún familiar que las apoye con sus bebés.

He de confesar que me cuesta mucho ver a Jesucristo especialmente en los jóvenes que no estudian ni trabajan, que no tienen un sentido para vivir, que no tienen idea por qué viven y para que están aquí. ¡Éstos cómo me cuestan! Pero es con ellos donde Jesucristo me pide estar, es donde me llama a servir, a tener más paciencia, a trabajar…Le pido a Dios que me siga ayudando, que me ilumine, porque yo sola no puedo hacer nada.

Que Jesucristo nuestro Señor, Rey del universo y Rey de nuestra vida nos enseñe con su amor infinito a ponerlo a Él como el centro de nuestra existencia y a poner nuestros dones al servicio de los demás, sobre todo de los que más nos necesitan". 


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