Dirigiéndose a los numerosos consagrados presentes en el templo, agradeció que cada día sigan saliendo a los caminos y preguntado a la gente lo mismo que Jesús preguntó al ciego: “¿Qué quieres que haga por ti?”. Según resaltó, la reacción de Jesús fue “inmediata”, igual que lo es la de los religiosos; porque “no hay situación humana a la que Jesús no dé respuesta con testigos cualificados que dedican y consagran su vida a lo que los hombres necesitan”, tanto en la vida activa como en la vida contemplativa.
“Habéis acogido al Señor. Un día fuisteis, de diversas maneras, llamados por Nuestro Señor para entregar la vida entera para anunciar a Jesucristo, para acogerlo como Simeón en vuestros brazos; para vivir la proximidad de Jesucristo y entregar a este Señor a todos los hombres. Seguid manifestando esta proximidad de Dios, seguid manteniendo vivo el rostro de Jesucristo en medio de los hombres, donde estáis, con los que trabajáis, en la sencillez, en la pobreza, en la cercanía, sin algaradas de ningún tipo, pero en el día a día constante, hasta vuestra muerte”, subrayó el prelado.
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