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23 de febrero de 2016

P. Alberto Puértolas, L.C.: "Soy testigo de excepción del descaro y la creatividad del amor de Dios por los jóvenes"

El P. Alberto Puértolas, L.C., nació el 13 de mayo de 1970 en Barcelona. Se incorporó al Regnum Christi en 1989 y tres años después se consagró a Dios. En 2011 entró al noviciado de la Congregación y el pasado diciembre se ordenó sacerdote en Roma. En su curriculum hay 5 años en la sección de jóvenes de Barcelona, 3 como subdirector del colegio Real Monasterio de Santa Isabel y 12 años como director de la sección de jóvenes de Santiago de Chile.

Actualmente colaborar en el área de pastoral del gobierno general del Regnum Christi en Roma, pero ha pasado unos días por Barcelona en donde ha atendido a la siguiente entrevista en la que señala entre otras cosas que tener "un corazón abierto a Dios, y amar mucho" es el mejor consejo que se le puede dar a un educador dedicado a los jóvenes.


¿Cómo conoció el Movimiento Regnum Christi?
Joan, un amigo y compañero en mi primer año de universidad me pidió que le acompañara a una reunión de un equipo de jóvenes. Le habían invitado por primera vez y no le apetecía ir solo. Fui por amistad con él. Allí me encontré con amigos del colegio y “algo” me animó a no dejar de ir. Hoy las amistades siguen dominando mi ser parte del Regnum Christi. La más importante, con Jesucristo. En el Regnum Christi es donde me he encontrado con Él.

¿Qué le llevó a consagrarse a Dios a los 22 años?
Al empezar a experimentar qué significaba mi vocación cristiana, fue creciendo una sana insatisfacción por cualquier cosa que no fuera dedicar mi vida por completo; mi corazón y todo mi tiempo, a amar a los demás. Me consagré a Dios enamorado y con mucha ilusión. Tuve que volver a optar con él a los 40 años, con mucha más conciencia de lo que implicaba. Fue más difícil y a la vez creo que con más amor e ilusión.

¿Qué destacaría de sus 5 años trabajando en la sección de jóvenes en Barcelona?
La alegría y la autoconvicción. Un Cristo cercano, alegre, amigo… encarnado en muchas personas. Y en la Eucaristía…

Durante 3 de aquellos años fue también subdirector del Colegio Real Monasterio de Santa Isabel. ¿Qué recuerda de aquella época? ¿Qué aprendizajes extrajo de la experiencia y de las personas que le acompañaron en ella?
La dificultad de unos comprensibles prejuicios iniciales de personas muy buenas y profesionales que dio paso pronto al cariño y la amistad. Hace casi 18 años que dejé el colegio y sigo queriendo de verdad a muchas personas. Haber vivido muchos desafíos junto a un equipo de trabajo maravilloso. Días de trabajo muy largos, y los tiempos de oración en silencio en la capilla del colegio… Alegría, vivir contento.

¿Alguna anécdota divertida?
Acompañando a un matrimonio que visitaba el colegio, vi a un ratoncito corriendo por el pasillo pegado a la pared. Le obstaculicé el camino con el pie, el ratoncito lo intentó superar y sorprendentemente logré agarrarlo con la mano. Me había adelantado un poco, fue rápido y el matrimonio no lo vio. Recorrí el colegio con ellos con el ratoncito escondido en mi mano, bajo la chaqueta.

Hace unos meses, en diciembre, volvió a visitar el Colegio RMSI. ¿Qué impresiones se llevó?
Rostros alegres, personas contentas. Eso se da cuando eres querido y quieres a los demás, y tienes ilusión por dar lo mejor de ti. Me dieron muchas ganas de quedarme. Ojalá lo valoréis y lo alimentéis.

¿Cuáles cree que deben ser los pilares educativos que deben sustentar el proyecto educativo del Colegio RMSI?
Amar mucho. Eso fundamenta todo, también la profesionalidad.

A los 28 años, fue destinado a Santiago de Chile, donde trabajó 12 años como director de la sección de jóvenes de esa ciudad. ¿Qué le ha aportado su trabajo con jóvenes a lo largo de tantos años, primero en Barcelona y luego en Santiago de Chile?
Tener un corazón joven, un deseo vivo de frescura en el amar y ser amado, ser testigo de excepción del descaro y la creatividad del amor de Dios por los jóvenes. ¡Se aprende tanto entre los jóvenes! Es un regalo.

¿Alguna clave o consejo que quiera compartir con educadores de adolescentes y jóvenes?
Un corazón abierto a Dios, y amar mucho a las personas. Es casi lo mismo…

El P. Alberto Puértolas, con sus padres
Acercándose a los 40, surgió un deseo cada vez mayor de ser sacerdote y
empezaron así cinco años de formación que culminarían el pasado 12 de diciembre con su ordenación como sacerdote en Roma. ¿Cómo ha vivido toda esta última etapa?
Con sorpresa y admiración. El Señor me ha abierto un horizonte nuevo en mi relación con Él. Tomando conciencia de que lo que el Señor te pide, también te lo da. Hay que confiar. Confiar es un don. Un don que Dios te regala.

¿Cómo describiría el momento de la ordenación?
Imagínate que alguien te está esculpiendo esto en el corazón: “Quiero que vivas la ordenación como tu vida sacerdotal: con paz y alegría. Basta que te dejes hacer. Yo soy el protagonista. Tú no te tomes muy en serio”.

Actualmente desarrolla su ministerio colaborando en el área de pastoral del gobierno general del Regnum Christi en Roma. ¿Cuáles son sus principales funciones? ¿Cómo es ahora su día a día?
Coordino un pequeño equipo de trabajo bajo la dirección de una consagrada del Regnum Christi que es la encargada de llevar el día a día del área pastoral del Movimiento. Procuro dar seguimiento a todos los temas que van surgiendo. Muchas reuniones y horas ante el ordenador. Es costoso humanamente, y a la vez está siendo el camino por el que Dios va respondiendo a los deseos más profundos de mi corazón, que Él mismo ha ido infundiendo en estos años. El Señor me está bendiciendo. Es muy poco poético. Vivo muy contento y agradecido.

¿Echa a veces de menos el colegio?
Un regalo muy hermoso de Dios está siendo ver mi propia historia con enorme gratitud, y sin nostalgia.


Marta Roglá Guizy
Colegio Real Monasterio de Santa Isabel


Complemento: En primera persona

De pequeño quería ser… no me acuerdo. El sueño hoy es lograr ser… Alberto. El Alberto que Dios piensa.
Mis amigos me definen como… no lo sé. Pero me parece que sí les alegra verme.
Un libro que recomendaría… El Evangelio, idealmente encarnado en la vida de las personas.
Un lugar al que volver… el corazón de amigos que llevas tiempo sin ver.
Un recuerdo que guardo con especial cariño… la ilusión por amar del que está enamorado.
Alguien a quien admiro es… las personas que tras una larga vida se mantienen sencillas, pequeñas, afables.
Un sueño por cumplir… que la Eucaristía que celebro como sacerdote sea una expresión real de mi vida.
Uno ya cumplido… Ser amado incondicionalmente

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