5 de mayo de 2015

Los obispos españoles proponen soluciones al sufrimiento generado por la grave crisis económica, social y moral

En la última Asamblea Plenaria de los obispos españoles, clausurada hace unos días, se aprobó la Instrucción Pastoral “Iglesia, servidora de los pobres”. Se trata de un documento con el que quieren ofrecer, desde la Doctrina Social de la Iglesia, una iluminación realista y esperanzada sobre la situación social y política de España. Los pastores comparten su preocupación ante el sufrimiento generado por la grave crisis económica, social y moral y su esperanza por el testimonio de tantos miembros de la Iglesia que han ofrecido lo mejor de sí mismos por quienes más sufren la crisis.


El documento se organiza en cuatro apartados: una descripción de la situación, otra de las causas, los principios de la doctrina social de la Iglesia que se aplican a la situación actual y, finalmente, una serie de propuestas.

Descripción de la situación

En la primera parte, dedicada a describir la situación social, los obispos se detienen en los nuevos pobres y las nuevas pobrezas, en la corrupción y en el empobrecimiento espiritual.

Entre los nuevos pobres se encuentran las familias golpeadas por la crisis, los jóvenes sin trabajo, la pobreza infantil, ancianos olvidados o mujeres afectadas por la penuria económica… Además, por supuesto, de los inmigrantes.

Sobre la corrupción, a la que define como un mal moral, tiene su origen en la codicia financiera y la avaricia personal. Un mal que provoca alarma social, altera el funcionamiento de la economía, impiden la competencia leal y encarecen los servicios. La corrupción es una grave afrenta a nuestra sociedad, es una conducta éticamente reprobable y es un grave pecado.

Y sobre el empobrecimiento espiritual denuncian la indiferencia religiosa, el olvido de Dios o la despreocupación por la cuestión sobre el destino trascendente del ser humano. No se puede olvidar, dicen los obispos, que la personalidad del hombre se enriquece con el reconocimiento de Dios que sostiene nuestra dimensión ética, nos impulsa al amor a todo hombre, haciendo de la caridad fraterna la señal distintiva.

¿Por qué hemos llegado a esta situación?
El documento de los obispos señala cuatro factores que explican la situación social actual: la negación de la primacía del ser humano, el dominio de lo inmediato y lo técnico, el modelo social centrado en la economía y la idolatría de los mercados.

La Doctrina Social de la Iglesia
La Instrucción también señala los principios de la doctrina social de la Iglesia que iluminan la realidad y pueden ayudar a la solución de los graves problemas que le afectan:
  • La primacía de la dignidad de la persona: el ser humano es la medida de todas las cosas, no un instrumento al servicio de la producción y del lucro.
  • La dimensión social y un destino universal de los bienes. Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos.
  • La solidaridad y el equilibrio entre los derechos y los deberes.
  • La subsidiariedad permite un justo equilibrio entre la esfera pública y la privada; reclama del Estado el aprecio y apoyo a las organizaciones intermedias y el fomento de su participación en la vida social.
  • El derecho a un trabajo digno y estable que permite la integración y la cohesión social, por lo que cualquier política económica debe estar al servicio del trabajo digno.

Propuestas desde la fe
Finalmente, los obispos españoles ofrecen ocho propuestas esperanzadoras desde la fe para vivir el compromiso caritativo, social y político:
  • Promover una actitud de renovación y conversión, que nos identifique con Cristo y que salga al encuentro de los pobres.
  • Cultivar una espiritualidad que impulse al compromiso social.
  • Apoyarse en la fuerza transformadora de la evangelización, porque siempre ha ido acompañado siempre de la promoción humana y social.
  • Profundizar en la dimensión evangelizadora de la caridad y de la acción social, desde el testimonio personal y sin olvidar el anuncio explícito de Jesús.
  • Promover el desarrollo integral de la persona y afrontar las raíces de las pobrezas.
  • Defender la vida y la familia como bienes sociales fundamentales.
  • Afrontar el reto de una economía inclusiva y de comunión: las personas y los pueblos están siempre por delante de otros intereses.
  • Fortalecer la animación comunitaria en la vivencia de la caridad. 

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