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2 de diciembre de 2014

Justo Bermejo, galardón Alter Christus: los sacerdotes necesitan “ayuda humana, cercanía, valoración… y ayuda para ser cada vez mejores servidores de los fieles”

Don Justo Bermejo es el Vicario para el Clero de la Archidiócesis de Madrid, y además es el sacerdote que recibió el galardón de Alter Christus por su “Atención al Clero”. Don Justo lleva al frente de la Vicaría desde 1995, año en que el hasta hace poco Arzobispo de Madrid, el cardenal Antonio María Rouco, le colocara al frente de dicha responsabilidad. En la siguiente entrevista explica para LomásRC en qué consiste su trabajo, qué es lo que necesitan los sacerdotes y cómo podemos ayudarles los laicos.







Don Justo, usted es el Vicario para el Clero en la Archidiócesis de Madrid. ¿Cómo define su puesto: quizá ‘pastor de pastores’?
Yo quisiera ayudar a los sacerdotes. Estar cerca de los sacerdotes. En estos años me voy convenciendo cada vez más de que la figura del sacerdote es central en la vida de la Iglesia, sobre todo para ser servidores de los laicos. Pero como la función es tan importante, los sacerdotes también necesitamos ayuda: ayuda humana, cercanía, valoración… y al mismo tiempo ayuda para ser cada vez mejores servidores de los fieles.

¿Qué necesidades tienen los sacerdotes?
Muchas. La necesidad de la atención humana. Sentirse valorados, sentirse queridos. Esto es algo muy importante. Sentirse apoyados cuando surgen necesidades, incluso, a veces de urgencias económicas. Es importante que el sacerdote no se sienta solo y abandonado. También se necesita una ayuda para ese crecimiento que necesitamos. Necesitamos superarnos cada día, no podemos estancarnos. Servir a los demás significa superarnos cada día para que el ejercicio del ministerio sea más adecuado y responda más a las necesidades de la gente. Y luego el construir comunión entre nosotros.

También acusarán la soledad…
Cuanto más somos capaces de vivir en esa intimidad, en la fe y en profundidad la cercanía de Dios, a veces duele la soledad de las personas, pero el cura no se siente nunca solo. En la profundidad de sí mismo no se siente solo.

Diera la impresión de que los sacerdotes están al servicio de los laicos para lo que se necesiten, y los laicos para los sacerdotes sólo en lo pastoral, ¿es posible que los laicos tengamos descuidados a nuestros sacerdotes?

Esa dedicación del sacerdote a los fieles es la gratificación mayor. Ciertamente el poder prestar una ayuda a los fieles es lo más grande. Decía Juan Pablo II que lo grandioso del sacerdote es que ayudan a los laicos a vivir el sacerdocio común a los fieles.

Ciertamente la cercanía y la amistad de la gente siempre es una ayuda, pero yo he podido percibir que la gente quiere mucho al sacerdote, principalmente al sacerdote que está en la parroquia y que está en contacto con los fieles. Principalmente en los momentos difíciles, en los momentos más duros. Incluso cuando un sacerdote por fuera puede ser criticado.

Como laico que soy, deme dos consejos que debería llevar a la práctica para ayudar a mi párroco.
Pedirle que te ayude. Recuerdo que un político italiano le preguntaba a Juan Pablo II qué podía hacer fundamentalmente por sus hijos. Y el Papa le decía “el mejor servicio que le puedes prestar a tus hijos es quieras mucho a tu mujer”. Y yo pienso que el mejor servicio que el laico puede prestar al sacerdote es vivir en plenitud su misión de anunciar al mundo el Evangelio, de ser fermento de salvación en su barrio, en su casa, en sus ambientes… Como decía el cardenal Montini en Milán: “A mí me preocupa que los laicos estén metidos hasta el cuello en la vida, pero que a veces puedan no ser significativos de Evangelio”. Este es el gran servicio que pueden prestar a los curas. Es la gran alegría puede tener el cura.

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