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26 de noviembre de 2014

P. Jaime Garralda, S.J., galardón Alter Christus de Pastoral Social: “Vale la pena ser sacerdote para estar con presos y marginados”

El P. Jaime Garralda, S.J. tiene 92 "castañas"... es su forma de hablar. Irradia alegría, vitalidad, pasión. Se emociona cuando habla del mundo de los presos y de la presencia real de Cristo en ellos: "Estaba preso y vinisteis a verme... lo que hicisteis a uno de estos pequeños a mí me lo hicisteis". Este sacerdote jesuita no deja indiferente a quien le escucha. A continuación puede leer una entrevista que se la ha hecho a raíz del galardón recibido de Alter Christus a su trabajo sacerdotal en el área de Pastoral Social.




Padre le están dando un reconocimiento a los muchos años de fidelidad en su vida sacerdotal. ¿Qué sentimientos encuentra en su corazón?
Entra dentro de la normalidad, no porque haya hecho algo extraordinario, sino porque he hecho lo normal. No me siento ni alabado ni vituperado. He tenido que trabajar y he trabajado… Me siento feliz.

Su servicio sacerdotal lo ha prestado siempre en las “periferias”, que diría el Papa Francisco, ¿no tiene la percepción de que justamente ahí es donde la Iglesia puede hablar con el mundo?
Ahí es donde debe la Iglesia estar. El Evangelio es clarísimo. La beatería no está en el Evangelio. En el Evangelio está que hay que amar a los que sufren. Cristo quiere que atendamos a los pobres y a los marginados. Y yo me encuentro feliz porque gracias a Dios estoy en eso. Uno podrá decir: “¡Que no he comulgado!” Y Dios le responderá: “¡Que no importa!” “¡Qué no soy católico!” y Dios le dirá: “Que no importa. Has atendido a uno mío, ven conmigo”.


La mayor parte de su vida sacerdotal la ha vivido al servicio de los presos, quizá el grupo más vulnerable de la sociedad por todo lo que conlleva ese mundo. ¿Es duro ser sacerdote en su ambiente?
¡Es delicioso! ¡Es delicioso! Yo diría que estando ahí vale la pena ser sacerdote. Yo les cojo a mis presos y les digo: “Os voy a enseñar a rezar”. Y me responden: “Que yo no tengo cabeza, ¿cómo voy a rezar?”.
“Que te voy a enseñar a rezar. Te voy a enseñar una sola palabra: ‘Padre’. Cuando estés en tu chabolo solo, miras por el ventanuco y dices: ‘Padre’. Ya verás cómo te escucha”.

Y lo hacen. Impresiona.

¿Qué es lo que le falta a nuestra sociedad para ser feliz? ¿Cree que la sociedad está enferma de algo?
Por su puesto, de egoísmo. De egoísmo sin duda alguna. Egoísmo, egoísmo y egoísmo. El egoísmo hace que se robe, que se mate, que se abuse de los menores. Y gracias a Dios, debido a la unión de la fe y la justicia, como proponía el P. Arrupe, S.J., entonces la gente se da cuenta de que ser cristiano no es sólo ir a Misa y rezar por la noche. Sino servir. La antítesis del egoísmo. Servir. La solución está ahí.

La Iglesia se ha dado cuenta con la unión de fe y justicia. Pero también la sociedad. Nunca ha habido en España tanta gente joven dedicada a servir como hoy. Nunca. Es el grito social que hay que seguir, que hay que ayudar. Apertura al servicio.


Otra de sus virtudes es la de saber hacer equipo. Su obra “Horizontes abiertos” es justamente eso, ¿verdad?
Claro. Yo solo puedo atender a 40 ó 50 personas. No puedo más. Nosotros tenemos mil voluntarios en toda España. A mí me enseñaron en la Compañía de Jesús que lo importante no es hacer, sino hacer-hacer. Yo me dedico a hacer-hacer, doy conferencias y charlas, para que los demás hagan.

¿Cuál es el secreto para ser un sacerdote apasionado por Cristo?
Leer el Evangelio, creer en el Evangelio y descubrirle en los pobres y marginados. En los marginados encuentras a Dios de verdad. Hay muchas catedrales en las que te pasas el tiempo viendo el mármol. Yo propuse, aunque luego no salió, que en cada convento de monjas o frailes había que meter a uno o dos enfermos de SIDA. Y por la noche, además de despedirse de Cristo en el Sagrario, ir a despedirse de Cristo en ellos. Porque lo que hicisteis a uno de estos, a mí me lo hicisteis. Estando con esta gente, te llenas de Dios. La gente que trabaja con nosotros es gente feliz y contenta.

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