Los hermanos novicios llegan hoy a una fecha importante, no sólo por lo que les depara el Camino a Santiago, sino por la espiritualidad de los legionarios de Cristo y del Regnum Christi: hoy es el Viernes del Sagrado Corazón. Una etapa para vivirla con un especial sentido de reparación y para acoger las infinitas gracias que derrama Cristo sobre nosotros. Su reflexión de hoy se ha centrado en ese amor de Cristo en la Cruz y cómo han respondido unos y otros ante el misterio.
En nuestra vida, la Cruz aparece sin que la busquemos: son las contrariedades imprevistas, los disgustos inesperados, las enfermedades... Nos la topamos como Simón de Cirene, "que pasaba por allí". Lo importante es saber cómo reaccionar ante la cruz que encuentro en mi Camino.
Puede sucedernos como al buen ladrón, que al final del Camino encontró a Jesús y robó el cielo; o las tres Marías y san Juan, que caminaron todo el Camino junto a Él, hasta la muerte... O, por el contrario, como a tantos otros que se niegan a tomar el Camino, porque les parece que conduce a un fracaso en su vidas.
Para los creyentes, a diferencia de estos últimos, el Camino de Jesús, es el Camino de su Sagrado Corazón, el que conduce al mayor de los triunfos. Jesús, con su su subida a la cruz, y con su aceptación, nos consigue de Dios el perdón de los pecados, nos hace hijos suyos, nos abre la puerta del Cielo, de la felicidad eterna. A partir de ahora, el sufrimiento, el dolor y la muerte no son algo sin sentido: se han convertido en medio de salvación. A los ojos humanos, mi vida cristiana, de entrega y sacrificio, puede parecer un fracaso, una absurda locura. Pero en realidad es el Camino para la Vida.
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