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22 de mayo de 2014

¡Gracias, P. Agustín!

Inconfundibles su humor y su ímpetu apostólico arrollador, que viajan con él a Roma, su nuevo destino, porque el P. Agustín de la Vega, LC, ha sido nombrado formador del seminario Maria Mater Ecclesiae. Durante la semana ha sido sorprendido con fiestas para agradecerle tanto. Desde Lo+RC queremos recordar aquella famosa entrevista con él en “Algo más que palabras”en la que aprendimos por qué se ríen los ángeles. Le encomendamos en su nueva misión. Continuará coordinando en la distancia Alter Christus y Evangelización Digital, y estará  “tan lejos como el teléfono más cercano” o “a dos click” a través de Skype, como le gusta decir a él.  (Seguir leyendo)




Algo más que palabras con... el P. Agustín de la Vega, LC.
Lugar de publicación: En Movimiento, nº12
Fecha de publicación: mayo-junio 2009


JML.-Recordarán al monje Jorge de Burgos, el anciano ciego de “El nombre de la rosa”. Estaba empeñado en esconder el segundo libro de la poética de Aristóteles, dedicado, según Eco, a la risa y a la comedia, pues entendía que nada podía ser más pecaminoso que el buen humor. El P. Agustín de la Vega, L.C. es justo lo contrario de aquel personaje. Es un legionario de Cristodesde hace más de 38 años que disfruta de un excelente humor. De hecho, suele decir: “Hay tres cosas en la vida que uno nunca debe perder: la vida de gracia, el apetito y el buen humor”. Hoy, este legionario, impulsor hace tiempo de la Fundación Kolbe y de los orígenes de la revista NET, dirige uno de los apostolados más queridos por la Legión de Cristo, Alter Christus, un programa de ayuda a los sacerdotes diocesanos.

¿Y cómo ayudan a los sacerdotes desde Alter Christus?
Procuramos hacerlo de la mejor manera posible. En forma de apoyo pastoral a través de los programas de Red MisiónVirgen Peregrina de la Familia, Catequesis, Juventud y Familia Misionera…, o por medio de actividades organizadas específicamente para ellos: A nivel local y nacional: retiros, convivencias sacerdotales, ejercicios espirituales. A nivel internacional organizamos dos veces al año un Curso de renovación sacerdotal en Jerusalem, de 18 días de duración. Acuden sacerdotes de los 5 continentes y verdaderamente transforma a los sacerdotes.

¿Es cierta esa soledad en la que, a veces, se encuentran los sacerdotes diocesanos destinados en parroquias?
Es más común de lo que parece. Bien es verdad que goza de la presencia y de la compañía de Jesucristo en la Eucaristía; pero humanamente suelen estar muy solos. Por ello, buena parte de mi actividad consiste en visitar sacerdotes. Estar con ellos, hablar. La mayoría de las veces, aunque están rodeados de gente, no tienen con quien hablar para intercambiar proyectos, experiencias, anhelos. La soledad que experimentan no es necesariamente física, pues ésta desaparece con la presencia de cualquier latoso, sino de una soledad que podríamos llamar de sintonía y acompañamiento. ¿Sabe usted lo que es un latoso?

¿Alguien que molesta?Latoso es aquel que te quita la soledad sin hacerte compañía. El sacerdote diocesano es un auténtico héroe, vive su vocación de servicio a Dios y a los demás, muchas veces en medio de la incomprensión de algunos, la falta de sintonía de otros, la lejanía de los que el quisiera tener cerca y la presencia de algún latoso.

¿Por qué Legionario de Cristo?Por ocurrencia de Dios. Estudié con los Legionarios de Cristo desde el parvulario y terminado el bachillerato ingresé a la Legión. Soy, sin mérito propio, la primera vocación legionaria de un colegio nuestro. Alguien tenía que ser el primero y me tocó a mí. Siempre me cautivaron la alegría y el entusiasmo de los sacerdotes del Cumbres. Y no digamos el ambientazo que formaban en las convivencias de fin de semana: El P. Gregorio López, el P. Carlos Mora, el P. Gustavo Izquierdo… Ese modo de ser sacerdote, alegre, generoso y al mismo tiempo lleno de gran fervor fue preparando mi alma para el momento en que Dios hizo su invitación. La hizo en dos tiempos. Cuando tenía 11 años surgió en clase de religión el tema de la vocación. Un compañero pregunta: “Perdone padre, si uno tiene vocación ¿qué tiene que hacer?”. La respuesta fue clara: “Si quieres ser feliz la tienes que seguir, pues si Dios te pensó para ser sacerdote, ése es tu camino en la vida y por tanto de tu felicidad”; entonces el compañero que a mi lado se sentaba preguntó: “¿Y cómo sabe uno si tiene vocación?”. “Si tienes vocación –respondió el padre- tú lo escucharás en tu interior, Él se encargará de llamarte”. En ese momento yo hice en mi pupitre esta oración: “Señor, si Tú me llamas, yo voy a decir que sí, pero te pido un favor: ¡qué me entere bien! No vaya a ser que Tú me llames y yo no me entere”. Pasaron los años, y en el último curso de bachillerato, pasó el promotor vocacional a dar una charla sobre la vocación. Era el 23 de septiembre de 1970. Me encantó la propuesta tan clara y exigente que hizo, y recordé lo que había pasado 7 años atrás en clase de religión. Al pasar la papeleta yo escribí  “SI”. Y aquí estoy.

¿Una anécdota para encender la fe?
El P. Rafael Arumí nos decía en el noviciado que cuando todo parezca oscuro y nada veas: “enciende un dedo”. Se refería a la fe.

¿Es usted libre en la Legión de Cristo?
La esclavitud de una fe sólida en Jesucristo te convierte en la persona más libre de este mundo. Juan Pablo II, hablando a los religiosos decía que “la riqueza de una personalidad se mide por la fuerza de sus vínculos”. Los votos religiosos son esos vínculos que nos atan por amor. Todos hemos visto a un alpinista escalar auténticas paredes de roca, con una cuerda atada en la cintura que va colocando en las picas de acero que clava en la roca. Nadie en su justo juicio dirá que esa cuerda le quita libertad al alpinista. Todo lo contrario, esa cuerda, ese estar atado, es su verdadera libertad. Y gracias a eso puede saltar, moverse con seguridad y llegar a la cumbre. Así es mi libertad, querida, buscada, sujeta a unas normas y principios que me permiten subir y conquistarme a mí mismo para Dios. Una libertad que nunca escoge, que nunca se compromete, no sirve de nada. Soy auténticamente libre en la Legión.

¿Y feliz?
En la medida que me abniego lo soy.

Lo más importante en la vida es…
Descubrir el amor de Dios. Experimentar ese amor en la persona de Jesucristo. Para ello, hay tres cosas en la vida que uno nunca debe perder: la vida de gracia, el apetito y el buen humor. Dios es alegre. ¿Sabe usted por qué los ángeles se ríen en el cielo?

No lo sé
Por la gracia de Dios.

2 comentarios:

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