El capítulo general elegirá nuevo gobierno para la congregación y cerrará la crisis abierta por los escándalos de Maciel
Se espera que los capitulares terminen su labor a finales de febrero, cuando acabará también el tutelaje que Benedicto XVI impuso a la congregación en 2010 por medio de un delegado pontificio, el cardenal italiano Velasio De Paolis. Solo quedará entonces que el papa Francisco ratifique las Constituciones.
El capítulo constituye la etapa final del largo camino de renovación, reflexión y penitencia recorrido por los legionarios desde que estalló el escándalo de Maciel. También supone el momento para mirar al futuro con optimismo, sin olvidar que dos obispos de Roma han creído en la congregación y en su capacidad para reformarse.
El primero, como recordó De Paolis en la homilía de la misa con que comenzó el capítulo, fue Benedicto XVI, quien, “en el momento quizás más trágico de vuestra historia, tuvo confianza en vosotros”. El segundo es Francisco, quien ha seguido la línea marcada por el Papa emérito y ahora “quiere estar presente en este momento importante de vuestra historia”.
Para los legionarios, en esta postura de los pontífices frente a la congregación, hay “una lección que el Señor quiere darnos”, como explica a Vida Nueva Benjamín Clariond, portavoz del instituto. “En medio de tantas voces con opiniones discordantes, la voz del sucesor de Pedro ha sido la roca que nos ha dado esperanza para recorrer este camino, que no ha sido fácil”.
De forma más descarnada detalló De Paolis el período que ha pasado la Legión y que debería concluir con el capítulo: “Habéis sufrido la vergüenza de ser acusados, mirados con sospecha y expuestos a la opinión pública, también dentro de la Iglesia. Habéis sabido aceptar este sufrimiento por amor a vuestra vocación, por amor a la Iglesia y a la Legión. El sufrimiento os ha purificado y os ha hecho madurar”.
En estos primeros compases del capítulo, según Clariond, el ambiente es “de confianza y de respeto mutuo”, lo que permite que “cada uno pueda expresarse con libertad y que también haya sincero deseo de escucha y de tratar de entender al otro, especialmente cuando hay opiniones contrastantes”. Estas se dan, aunque siempre con un “gran sentido de unidad”.
La primera semana de trabajo ha estado dedicada a radiografiar la situación de la congregación y el camino de renovación recorrido, por medio de la escucha y el debate de los informes de De Paolis y del alemán Sylvester Heereman, director general en funciones de la Legión de Cristo y del Regnum Christi (su rama laica) desde octubre de 2012.
A continuación, se ha pasado a analizar los grandes temas de la Legión: el problema del fundador y el carisma, el ejercicio de la autoridad y el gobierno, la formación… “Ahí, los padres capitulares han podido hablar con total libertad, muchas veces haciéndose eco de inquietudes o sugerencias que han llegado al capítulo o que los miembros de sus territorios les han confiado”, dice el portavoz.
Al ser preguntados por las dificultades para salvar el carisma teniendo en cuenta los problemas de Maciel, tanto Clariond como De Paolis, en una entrevista con Radio Vaticano, responden que hay que poner el foco en “el patrimonio del instituto”. Para el delegado, la “fisonomía” y “espiritualidad” de la Legión están claras: “Son religiosos sacerdotes, laicos y laicas consagrados que quieren vivir el Misterio de Jesús que anuncia el Reino, con la espiritualidad típica de la majestad de Cristo”.
El capítulo entrará en una segunda fase a finales de mes, cuando está previsto que comience el proceso que debe llevar a la elección de un nuevo equipo directivo. Para el portavoz, hay un “deseo generalizado de que las lecciones aprendidas, especialmente durante los últimos tres años y medio en que la Iglesia ha querido acompañarnos por medio del delegado, sigan haciéndose parte de nuestra cultura institucional, de nuestro modo de ser”.
Otro de los grandes temas que deberán clarificar los padres capitulares es la relación entre la Legión y el Regnum Christi, llamado a tener mucha más autonomía que hasta ahora.
En el nº 2.878 de Vida Nueva
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