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30 de enero de 2013

El P. Álvaro Corcuera te envía una carta

El P. Álvaro escribió una carta para todos los legionarios y miembros del Regnum Christi. Fue el pasado 25 de enero, día de la conversión de San Pablo. En ella agradece la cercanía, las cartas y oraciones que le han acompañado en estos días. Nos cuenta su estado de salud y cómo vive este momento como una oportunidad "para amarlos más a todos ustedes y ofrecerlo todo con tal de renovar la búsqueda de la santidad y el sentido apostólico de nuestras vidas: llegar al abrazo con Dios y que todos los hombres lleguen al cielo". Leer carta.

Muy queridos en Cristo:

En este día de la conversión de San Pablo, les mando un gran saludo acompañado de mis oraciones por cada uno para que, como el santo que hoy recordamos, podamos decir de corazón y en todo momento: «Ya no soy yo, sino es Cristo quien vive en mí».

Dios me concede la gracia, después de la operación y en el tiempo de recuperación, de mandarles estas líneas y agradecerles de corazón sus oraciones y su cercanía, que tanto conmueven y comprometen.  Les agradezco las notas que me han enviado y sus muestras de apoyo y cariño. En una o dos semanas iniciaré el tratamiento de radiación  y quimioterapia, y créanme que me han dado muchísimo consuelo. Sólo Dios sabe todo lo que les debo y cuánto ofrezco por cada uno de ustedes.

El contexto del Año de la Fe es un impulso especial para afrontar todo desde las virtudes teologales: la fe para ver a Dios en cada persona y circunstancia, la confianza para saber que «todo contribuye al bien», la caridad para corresponder al amor que Dios nos tiene. La operación fue el viernes primero de enero y en este detalle he podido experimentar especialmente cerca el amor del Sagrado Corazón de Jesús.

Este período está siendo para mí un compromiso para tratar de dar lo mejor y  responder a este talento de Dios, Padre amoroso. Lo veo como una oportunidad para experimentar que en la debilidad se manifiesta la fortaleza de Dios y que su gracia nos basta. Con el primero con quien tengo un compromiso es con Cristo mismo, para amarle más y para preguntarle: «¿qué es lo que Tú quieres, Señor?». Es también un momento para amarlos más a todos ustedes y ofrecerlo todo con tal de renovar la búsqueda de la santidad y el sentido apostólico de nuestras vidas: llegar al abrazo con Dios y que todos los hombres lleguen al cielo.

Este momento de enfermedad me ha ayudado a palpar en primera persona que la vida es un continuo examen para prepararnos para el día de nuestro encuentro definitivo con Dios, una constante conversión para ir al cielo. ¿Y de qué nos examinarán? «Al final de la vida te examinarán del amor».  En cierto sentido, no es sino un examen sobre el mandamiento de Cristo: «Amaos los unos a los otros como Yo os he amado»; «un mandamiento nuevo os doy». Dios está siendo muy bondadoso al darme este regalo de poder meditar más a fondo en esto y experimentar su misericordia. No hay momento en que no me venga al corazón lo bueno que es Dios.

No saben cómo quisiera poder responder a cada uno los mensajes que me han ido llegando, manifestarles toda la gratitud que siento y cuánto me conmueven sus cartas y oraciones. Como les dije en mi mensaje anterior, me quiero unir muy especialmente con todos los que están enfermos y con los que sufren, especialmente con quienes se sienten olvidados o están solos. Seguimos recordando con especial cariño al P. Antonio Izquierdo, quien nos dio tanto ejemplo de entrega y abandono en las manos de Dios.

Oremos mucho por el Santo Padre y ofrezcámosle nuestro apoyo incondicional, nuestra respuesta generosa y entusiasta. Pongamos todo en las manos de María. Su mirada dulce nos inspira tranquilidad, serenidad y confianza en la misericordia de Dios. Que Ella sea nuestro sostén, enjugue las lágrimas de quienes sufren y nos conduzca en todo momento a ser como Cristo, su Hijo. Un abrazo de corazón a cada uno.

Afectísimo en Cristo, Alvaro Corcuera, L.C.

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