Diego Robina nos habla sobre la maravilla que es para él ser consagrado y formador de consagrados. Él es miembro del consejo general para los consagrados y director del centro de formación de Medicina en la Ciudad de México. Concretamente, en esta entrevista, publicada en su totalidad en la web del Regnum Christi, él nos cuenta sus impresiones tras la publicación del nuevo reglamento para los miembros consagrados del Regnum Christi, pero también responde a inquietudes que nos ayudan a comprender y conocer la vida consagrada masculina. Desde Lo + RC destacamos algunos de los temas tratados en la entrevista: diferencias con la llamada a ser sacerdote, formación y discernimiento, y experiencia personal como formador de consagrados. (Continuar leyendo)
Una de los apartados del nuevo reglamento para los miembros consagrados del Regnum Christi especifica que los chicos que desean consagrase, han de tener un periodo de formación y discernmiento de dos años, para conocer a Cristo, conocer el estilo de vida del consagrado en el Regnum Christi y conocerse a sí mismo. Antes, este discernimiento se vivía en el corto periodo de Candidatado, al concluir esas semanas, algunos se consagraban y continuaban con su formación. Ahora esta formación se sigue adquiriendo, pero previo a la declaración de promesas. Diego lo explica con más detalle.
¿Cuáles son los fines de este periodo de formación en la vida consagrada?
Diego de Robina: Tiene tres objetivos principales: En primer lugar, conocer la persona de Cristo para enamorarse de él, su relación con el Padre, su forma de amar y su forma de ser apóstol. Segundo, que el joven que aspira a consagrarse conozca a fondo qué es este estilo de vida en el Regnum Christi, esta familia en donde va a entregar su vida a Dios: qué busca, hacia dónde se dirige… de modo que después de terminar este período, pueda definir en la fe si Cristo le llama a esta vocación. Y tercero, conocerse a sí mismo: su carácter, cualidades, defectos, victorias y derrotas. Estos objetivos se logran mediante las clases de formación, la convivencia con los miembros de su equipo, la dirección espiritual, el contacto íntimo con Cristo en la Eucaristía y el Evangelio, el apostolado…
Inicia su periodo de formación sin estar consagrado:
Diego de Robina: Sí, Este cambio, conlleva una serie de novedades prácticas. Hay un período de candidatado de seis semanas y, después, los que así lo deseen, pasan al bienio de formación. ¡Antes, nos consagrábamos a perpetuidad desde el inicio y dos años más tarde, hacíamos nuestra renovación solemne de promesas y nos entregaban nuestro anillo, signo exterior de nuestro compromiso con Cristo y con la Iglesia. Ahora el joven que aspira a entrar a la vida consagrada, inicia sus dos años de formación sin estar consagrado y, al terminar, hace su consagración por un período de tres años. Después de esos tres años, se hace una renovación por otros tres años. Y finalmente, se hace la consagración a perpetuidad. Se favorece así un discernimiento más profundo que le permite al consagrado tomar la decisión de ser todo de Cristo y para siempre con mayor madurez.
¿Cómo orientar y ayudar a discernir la vocación a la que Dios llama a un joven? ¿No hay muchas semejanzas entre las cualidades necesarias para ser sacerdote en la Legión de Cristo y ser consagrado del Regnum Christi?
Diego de Robina: Debo ayudarle a discernir y yo mismo discernir a dónde está llamado, dependiendo del Espíritu Santo.
¿Y si él tiene dudas? Hay que ver qué le mueve, qué intención y qué inquietudes tiene. Aquí se podrían distinguir diversos elementos. Por ejemplo, el consagrado se caracteriza por su trabajo apostólico, mientras que el sacerdote por su labor sacramental y de predicación. Un consagrado, debe tener la capacidad de vivir en el mundo, como laico que es, pero consagrado. Debe tener una capacidad intelectual que le facilite la vida universitaria, que es exigente y dura, y que implica un contacto directo con un mundo cada vez más agresivo, y además sin la “protección” que puede dar un distintivo sacerdotal. Para una mayor eficacia apostólica debería aspirar también a tener unos estudios de posgrado: maestría o doctorado, pues entre más preparado esté, más incidencia tendrá en el mundo en el que tocará trabajar. Otro punto importante es que pueda vivir en equipo, en familia. Tanto para ser legionario, como para ser consagrado, es necesario tener unas cualidades, de acuerdo a la misión específica. Quizás en un primer momento el sacerdocio puede llamar más la atención, pero, cuando se presenta en profundidad la vida consagrada, su enorme potencial apostólico y su vitalidad en la Iglesia, la intimidad con Cristo y cómo nos envía a estar en el mundo para extender su Reino, se interesan más y se sienten atraídos por ella. Hay miembros que tienen muchos años de consagración: que en un inicio querían ser legionarios, pero al conocer y vivir a fondo la plenitud de la vida consagrada y su proyección en el mundo, encontraron su plenitud vocacional en el Regnum Christi. Promover la vida consagrada es deber de todos los legionarios y consagrados por ser un don de Dios para la Iglesia y el mundo.
Una pregunta personal. ¿Qué te ha aportado el trabajo en la formación de los consagrados?
Diego de Robina: No cabe duda que en mi vida personal, desde que me consagré, Dios me concedió el don de un amor muy apasionado por las almas. Lo considero un don que ha alimentado toda mi vida y entrega. Al trabajar ahora directamente con las almas que Dios ha llamado para Él en la vida consagrada en el Regnum Christi, nace en mí un amor hacia su entrega, hacia el don que hacen de sí mismos. Y por eso, sus luchas, sus dificultades, sus caídas y victorias son para mí motivo de aliciente para colaborar, ayudar, entusiasmar y, sobre todo, forjar al hombre consagrado, líder cristiano auténtico. Tengo el deseo de que los miembros que están en formación vivan en plenitud, que gocen su consagración, y se comprometan con ella como el regalo más grande que Dios les ha dado. Mi mayor anhelo es que sean muy felices, que amen profundamente a Dios y lo transmitan a manos llenas. Cuando doy la clase del Reglamento de la vida consagrada, en los diálogos formativos, cuando tienes que consolar, abrazar, acompañar…, tienes que dejar a Dios ser Dios y que Él sea el forjador; yo, mero instrumento.
Si deseas leer la entrevista en su totalidad, puedes hacerlo aquí.
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