24 de octubre de 2018

San Pablo VI y la Legión de Cristo: un recorrido por la historia

El pasado 14 de octubre será un día a recordar: el Papa Francisco inscribía en el libro de los santos a monseñor Óscar Arnulfo Romero, obispo de El Salvador; Nazaria Ignacia de Santa Teresa de Jesús, fundadora de las Hermanas Misioneras Cruzadas de la Iglesia; el padre Vincenzo Romano; el padre Francesco Spinelli, Nunzio Sulprizio y el papa Pablo VI.

Con respecto a la canonización de san Pablo VI, el padre Eduardo Robles-Gil, L.C., ha invitado a agradecer “mucho a Dios por la cercanía de Pablo VI y la cercanía de los papas con la Legión de Cristo y el Movimiento, porque siempre en el Papa tenemos la roca firme donde se construye la Iglesia”. A continuación, presentamos un breve resumen de su vida de san Pablo VI y algunos de los momentos en los que, de alguna manera, se hizo presente en la historia de la Legión de Cristo y del Regnum Christi. El artículo está elaborado por el servicio de noticias La Red.

El vídeo mensaje del P. Eduardo Robles-Gil, director general de la Legión de Cristo y del Regnum Christi, puedes verlo aquí.


Giovanni Battista Enrico Antonio Maria Montini nació en el año 1897 en Concesio, una población de la provincia de Brescia, Lombardía. En 1916, entró en el seminario de Brescia y fue ordenado sacerdote el 29 de mayo de 1920. Entre 1922 y 1954 trabajó en la Secretaría de Estado de la Santa Sede. El papa Pío XII lo nombró en 1954 arzobispo de Milán y san Juan XXIII lo elevó al cardenalato en 1958.

Una bendición de Pío XII
El primer contacto entre san Pablo VI y nuestra Congregación se remonta a 1945, cuando monseñor Giovanni Battista Montini era sustituto de la Secretaría de Estado y firmó la bendición papal que Pío XII envió al primer núcleo de apostólicos y futuros legionarios que iniciaban su formación en la Ciudad de México. La bendición reza:

“El Santo Padre, con ocasión del Cuarto Aniversario de la Escuela Apostólica del Sagrado Corazón, augurándole un fecundo incremento, de todo corazón le imparte la implorada bendición apostólica. Montini, sustituto. Ciudad del Vaticano, 30 de marzo de 1945”. Estas líneas aparecieron también en la revista Regnabit, la primera revista de un centro de la Legión de Cristo.

En 1954, el papa Pío XII nombró a monseñor Montini arzobispo de Milán y en 1958 fue creado cardenal por el papa san Juan XXIII. Participó activamente, y como figura relevante, en el Concilio Vaticano II, inaugurado por el papa Roncalli el 11 de octubre de 1962. Después de la muerte del Papa bueno, en 1963, los cardenales reunidos en el cónclave eligieron a monseñor Montini como sucesor de Pedro y se impuso el nombre de Pablo VI. A él le correspondió llevar a buen término la obra del Concilio Vaticano II.

El nuevo Pontífice concedió a la Legión de Cristo el Decretum Laudis el 6 de febrero de 1965. El cardenal Hildebrando Antoniutti, entonces prefecto de la Sagrada Congregación de los Religiosos, en el discurso que sostuvo con ocasión de la entrega del importante documento, definió la concesión del Decretum Laudis como “una prueba de afecto” del Santo Padre a la Legión de Cristo. Desde aquella fecha, la Congregación es un instituto religioso clerical de derecho pontificio.

El Papa reza en el Colegio de los Legionarios de Cristo
Pablo VI fue el primer vicario de Cristo en visitar una casa legionaria. El 17 de diciembre de 1967, el Santo Padre visitó el Colegio Mayor de los Legionarios de Cristo en Via Aurelia 677 para rezar en la capilla y rendir homenaje a los restos mortales del cardenal Antonio Riberi, quien solía hospedarse en esta casa y había fallecido en ella. Toda la comunidad acompañó al Papa en su oración por el eterno descanso del Cardenal.

Otro acontecimiento particular ocurrió el 24 de septiembre de 1969, cuando dos jóvenes del Instituto Irlandés de la Ciudad de México, junto con el padre John Walsh, L.C., tuvieron la gracia de saludar personalmente el Papa Pablo VI en nombre del grupo que representaban. Uno de ellos se llamaba Álvaro Corcuera, futuro director general de la Congregación y del Regnum Christi.

Monseñor Jorge Bernal, L.C., con el Papa Pablo VI
Los legionarios llegan a Chetumal
Después del concilio la Legión de Cristo recibió el encargo de atender las poblaciones del Estado de Quintana Roo en la República Mexicana. El 16 de julio de 1970, el papa Pablo VI designó al padre Jorge Bernal, L.C., como administrador apostólico ad nutum Sanctae Sedis de la recién creada prelatura de Chetumal. Tres años más tarde, el 7 de diciembre de 1973, el Santo Padre nombró al padre Jorge Bernal obispo titular de Velefi y prelado de Chetumal. Desde entonces, los Legionarios de Cristo han desarrollado su labor evangelizadora y misionera, junto con otros sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles laicos, en esta región mexicana que Pablo VI les confió.

“El papa Pablo VI, el Papa de la Evamgelii Nuntiandi, nos invita a salir de nosotros mismos, de nuestra comodidad para ir a evangelizar a todas las personas que no conocen a Cristo”, añadió el padre Eduardo Robles Gil, L.C., en su mensaje con motivo de la canonización de Pablo VI.

¿Qué quiere decir Legionarios de Cristo?
El 2 de enero de 1974, el papa Pablo VI saludó con estas palabras a los neosacerdotes de aquel año:

“También tenemos a otro grupo que saludamos con gran alegría. Su número es muy diverso, pero, en cuanto a la calidad, diría que compite con el que acabamos de saludar. Nuestra palabra paterna de saludo y de estima se dirige ahora a un grupo de nuevos sacerdotes del colegio romano -estad atentos- de los Legionarios de Cristo. ¿Qué quiere decir "Legionarios de Cristo"? Legionarios de Cristo quiere decir pertenecientes a una familia espiritual y religiosa que no tiene muchos años de vida y que ha sido fundada también con nuestro conocimiento. Recordamos los primeros pasos; pero, ¿de dónde viene? ¡De México! Por eso merecen verdaderamente el aplauso y el saludo de todos. En verdad, un terreno sumamente fecundo de vida espiritual, de vida religiosa, que tiene la capacidad que no tienen todos los pueblos de América Latina, no sólo de vivir fuertemente la propia fe, sino de irradiarla también a su alrededor; son misioneros, son expansivos, son romanos, y en qué número, y con qué fervor, y por eso debemos saludarlos con particular consideración; también porque nos presentan algunos neo-sacerdotes, neo-sacerdotes que han sido ordenados hace algunos días, en la víspera de Navidad ¿verdad? Y por lo tanto os saludamos como hijos y como hermanos. Tendríamos muchas cosas que deciros como jóvenes, como mexicanos, como neo-sacerdotes. Durante años os habéis preparado con la oración, con el estudio, con la meditación para el momento solemne de vuestra donación definitiva a Dios y a la Iglesia, eligiendo como único y gran fin de vuestra juventud y de toda vuestra vida a Jesús; pero eligiéndolo bajo este aspecto: militante. Sois legionarios, es decir, no gente inerte o que está sólo mirando cómo van las cosas, sino que quiere imprimir en las cosas una fuerza y dar al cristianismo una expresión que le es propia: la militancia; Legionarios, es decir, combativos en nombre de Jesús. Dios os bendiga y Dios conserve siempre en vosotros este rasgo característico. Se requiere –ciertamente la palabra es soberbia, pero está bien referida a Cristo– ser conquistadores, legionarios para combatir y defender, legionarios para conquistar y llamar a otros hermanos a la misma fe y a la misma comunión en el Señor. Conservad siempre el gozo, la generosidad, el entusiasmo de la primera misa. Cuando celebré mi primera misa –todavía lo recuerdo– un sacerdote celoso y santo me dijo esto: “Te recomiendo una sola cosa: que cada misa sea la primera misa” ¡Qué bello! Es siempre una grande novedad que nunca lograremos agotar en nuestra meditación. Y por esto os bendecimos a cada uno en particular y también en la comunidad en la cual estáis; a vuestras familias, a vuestros seres queridos, los lugares de vuestra patria tan grande, tan bella, tan joven, tan fecunda; y después a vuestra familia espiritual a la cual le debemos ya tanta gratitud y estima, con nuestra bendición apostólica”.

El Papa Pablo VI y el también canonizado el mismo día,
monseñor Arnulfo Romero
Una renovación a la imagen de Cristo
La espiritualidad cristocéntrica de Pablo VI también ha dejado una profunda huella en la espiritualidad del Regnum Christi. En el rito de incorporación al Movimiento ha incluido un texto de su alocución del 3 de febrero de 1965:

“Cristo está en el vértice de las aspiraciones humanas, es el término de nuestras esperanzas y de nuestras plegarias. Aquél que da sentido a los acontecimientos humanos. Aquél que da valor a las acciones humanas. Aquél que constituye la alegría y la plenitud de todos los corazones: el verdadero Hombre. Y al mismo tiempo, Jesús es el manantial de nuestra verdadera felicidad: es el principio de nuestra vida espiritual y moral; dice lo que se debe hacer y da la fuerza, la gracia para hacerlo. Cristo es todo para nosotros. Y es deber de nuestra fe religiosa, necesidad de nuestra humana conciencia, reconocer, confesar y celebrar esto. A Él está ligado nuestro destino, nuestra salvación”.

“[Pablo VI] nos enseña en la Ecclesiam Suam sobre la verdadera renovación: no es a imagen del mundo que se edifica la Iglesia, sino a imagen de Jesucristo. Estamos en periodo de renovación y no es a imagen del mundo que se renueva la vida religiosa, es a imagen de Cristo que se renueva”, comentó el padre Eduardo Robles-Gil, L.C., en la sede de la dirección general en la homilía del 26 de septiembre de 2018, memoria de Pablo VI. 



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