20 de enero de 2016

Cristian, un refugiado venezolano, en Yo cocino empleo

Son las 11:00 de la mañana y en la calle Pedro Unanúe, en Palos de la Frontera, el ir y venir ha empezado desde temprano: hay cajas de fruta fresca, kilos de alimentos y latas de conservas. También hay gente, gente que poco a poco va poniendo en orden cada cosa en el salón antes de otra jornada de entrega de menús en Yo Cocino Empleo, un proyecto en el que también colabora el programa 1 Kilo de Ayuda de la Fundación Altius para acompañar a personas en situación de necesidad. Aquí comienza la historia de Cristian, un refugiado venezolano, que ha podido recibir ayuda gracias a la obra social del Regnum Christi.



La gente comienza a llegar y ya son las 11:30. Loli, responsable del proyecto, saluda a un chico que atraviesa el portal con una sonrisa discreta. Su nombre es Cristian, es de Venezuela, y hace pocos meses se conocieron para emprender este proceso de apoyo y compromiso.

“Llegué el 3 de febrero de 2014 y a las dos semanas hubo disturbios en Venezuela, la gente se estaba matando”, relata el joven que viajó a Madrid por temas de salud y al contemplar el horizonte de conflicto en Caracas, no lo pensó dos veces: se quedaba en España.

“Yo estaba siendo amenazado desde meses antes y era extorsionado por policías”, describe Cristian acerca de los últimos días en su país antes de viajar. “Conseguí asesoría, tenía la denuncia y pedimos ayuda en la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), nos consiguieron un abogado y nos ayudaron”.

Es en la misma Comisión de Ayuda al Refugiado donde derivan a Cristian a Yo Cocino Empleo y aquí, como el resto de personas dentro del programa, una entrevista con la responsable permitió establecer la estrategia de Acompañamiento Social para la Búsqueda de Empleo.

Calma indispensable

“Me había gastado todos mis ahorros, venía con problemas y trastornos de sueño por mi situación”, comenta Cristian, mientras señala que “el tiempo de desempleo prolongado es deprimente, te sientes atado de manos, aquí tienes que ajustarte al país y se hace difícil”.

Tras comenzar en Yo Cocino Empleo, la calma llegó poco a poco. “Fueron menos preocupaciones porque ya no tenía que estar pensando a diario en la comida” pues “es una de las cosas que más da tranquilidad, es lo más básico, es lo más real, es lo más palpable porque si no tienes la comida no puedes hacer nada”, señala.

Sin embargo, en Fundación Altius Francisco de Vitoria la atención integral es premisa permanente, por lo que junto a la ayuda alimentaria, la formación se convirtió en el siguiente punto de atención a atender para la búsqueda de empleo.

“Hice el curso de camarero de sala, barra y terraza, y me puse a echar currículums” indica, “conseguí trabajo hace un mes”.

Con voluntad
Ya el semblante de Cristian se muestra contento con el logro de haber sido seleccionado para una vacante de camarero y contempla el apoyo del programa como un impulso que exige compromiso para conducir a un resultado favorable.

Mientras coge los alimentos preparados donados por hoteles y restaurantes, Cristian sonríe de nuevo y agradece a Loli dejando en claro su certeza: “El que entre en Yo Cocino Empleo tiene que tener la voluntad de hacer la tarea y poner de su parte: si tienes que formarte, busca cursos de formación; si tienes que ir a echar currículum, igual, hazlo todo”, concluye.

Y es que el seguimiento de la persona beneficiaria es fundamental para lograr el desarrollo del programa a través de la participación activa de todos los implicados. Así, la voluntad y el compromiso se convierten en el factor común voluntarios, profesionales, colaboradores y beneficiarios quienes asumen el recorrido para dar un salto hacia la mejoría de una calidad de vida para quienes atraviesan un mal momento.

Lorena T Afanador




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