7 de julio de 2015

El Cardenal de Santiago de Chile a los nuevos diáconos LC: “Deben estar siempre dispuestos a servir a aquel que les necesite”

En una emocionante ceremonia celebrada el pasado sábado 4 de julio, el Cardenal Ricardo Ezzati, Arzobispo de Santiago, ordenó tres nuevos diáconos legionarios de Cristo en la Parroquia Madre de Misericordia, entre ellos al P. Alberto Puértolas, L.C., de Barcelona. Junto a él, se ordenaban los chilenos Alexis Gatica y Felipe Rivas. El próximo 12 de diciembre, estos tres diáconos se ordenarán presbíteros en Roma, junto a otros 40 compañeros de generación. En su homilía, don Ricardo destacó que este “es un momento de celebración de la presencia del Señor en la Iglesia, que sigue realizando cosas maravillosas para que los hombres y mujeres podamos encontrarnos con el Señor Resucitado”.



El Cardenal recordó la figura del diácono revelada en los Hechos de los Apóstoles donde se manifiestan como colaboradores cercanos en el mandato central de Jesús que proclamó que vino a servir y dar su vida por los demás”. El Arzobispo les enfatizó que sus vidas “deben ser imitación de Jesús; la dimensión diaconal forma parte de nuestra esencia de cristianos, que es quien sirve para estar ahí donde el hermano necesita nuestra ayuda”.


Aludiendo a la historia de Abraham, el Cardenal se dirigió a los padres de los nuevos diáconos a quienes les señaló que esto puede parecer que Dios les ha pedido sacrificar a sus hijos, como lo hizo con Isaac, pero los llamó a “ser amigos cercanos de sus hijos durante este caminar aunque aparezcan dificultades, alentándolos con el hecho de que al igual como Dios fue en auxilio de Abraham, Dios siempre provee”.

Enfatizando la esencia de servicio que debe tener el diácono, citó la parábola del Buen Samaritano explicándoles que allí se resume las 3 actitudes de esta experiencia de servicio: “El buen samaritano en primer lugar se da cuenta de que hay alguien que necesita y esa es la actitud de tener los ojos abiertos; en segundo lugar, señaló, el buen samaritano se conmovió ante lo que vio y no se quedó indiferente; y finalmente –agregó-, el buen samaritano baja de su cabalgadura y se pone a servir con gestos continuos y muy concretos. Todo lo anterior es lo que nos hace ser coherentes con esta vocación de servicio”, concluyó.


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